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Miguel Servet y su búsqueda en solitario de la verdad

Miguel Servet y su búsqueda en solitario de la verdad

Miguel Servet y su búsqueda en solitario de la verdad

DE NUESTRO CORRESPONSAL EN ESPAÑA

El 27 de octubre de 1553, Miguel Servet moría en la hoguera en la ciudad suiza de Ginebra. Guillaume Farel —el verdugo y brazo derecho de Juan Calvino— advertía a los asistentes a la ejecución: “Este hombre es un sabio, y pensó, sin duda, enseñar la verdad; pero cayó en poder del demonio [...]. Tened cuidado para que no os suceda a vosotros lo mismo”. ¿Qué delito había cometido la desdichada víctima para merecer un final tan trágico?

MIGUEL SERVET nació en 1511 en la localidad española de Villanueva de Sigena. Siendo todavía muchacho se destacó en sus estudios, como bien reconoce uno de sus biógrafos: “A los catorce años de edad sabía griego, latín y hebreo, y tenía conocimientos bastante extensos de Filosofía, Matemáticas y Teología”.

Cuando aún no era más que un adolescente, comenzó a servir de paje de Juan de Quintana, confesor del emperador Carlos V. En sus viajes oficiales, Servet constató las divisiones religiosas existentes en España, nación que había obligado a judíos y musulmanes a elegir entre la conversión al catolicismo o el exilio. *

Con 16 años, Servet se mudó a Francia para estudiar leyes en la Universidad de Toulouse, donde por vez primera vio una Biblia completa. Aunque estaba rigurosamente prohibido leerla, decidió hacerlo en secreto, y cuando terminó, juró volver a leerla “mil veces más”. Es muy probable que la Biblia que estudió en Toulouse fuera la Políglota complutense, la cual permitía consultar el texto sagrado en los idiomas originales (hebreo y griego), así como la traducción latina. * Al haber estudiado las Escrituras y haber visto en España la decadencia moral del clero, la fe católica de Servet terminó viniéndose a tierra.

Sus dudas se agravaron más al presenciar la coronación de Carlos V como emperador del Sacro Imperio Romano por el papa Clemente VII. El pontífice, sentado en su silla gestatoria, recibió al monarca español, quien le besó los pies. Servet escribió tiempo después acerca del Papa: “Con mis propios ojos he visto yo mismo cómo lo llevaban con pompa sobre sus hombros los príncipes, [...] y cómo lo adoraba todo el pueblo de rodillas a lo largo de las calles”. Servet no lograba conciliar la sencillez evangélica con tanto ceremonial y opulencia.

En busca de la verdad religiosa

Servet dejó discretamente de trabajar para el confesor Quintana y comenzó a buscar en solitario la verdad. Estaba convencido de que el mensaje de Cristo no estaba dirigido a teólogos y filósofos, sino a la gente del pueblo, gente que lo entendería y lo pondría por obra. Así pues, decidió examinar el texto bíblico en las lenguas originales y rechazar toda doctrina en conflicto con las Escrituras. Cabe señalar que la palabra que más aparece en sus obras es “verdad” y sus variantes.

Los estudios históricos y bíblicos lo persuadieron de que el cristianismo se había corrompido durante los primeros tres siglos de nuestra era. Aprendió que Constantino y sus sucesores habían promovido falsas enseñanzas que condujeron a la adopción del dogma de la Trinidad. Por esta razón, con 20 años de edad, Servet editó su libro De errores acerca de la Trinidad, el cual lo convirtió en blanco principal de la Inquisición.

Este autor tenía las ideas muy claras. Escribió: “En la Biblia no hay menciones a la Trinidad [...]. Nosotros conocemos a Dios no por nuestras orgullosas concepciones filosóficas, sino a través de Cristo”. * También llegó a la conclusión de que el espíritu santo no es una persona, sino la potencia de Dios actuando.

Sus obras tuvieron buena acogida entre algunos lectores. Así, el reformador protestante Sebastian Franck escribió: “Servet, el español, defiende en su tratado que sólo hay una persona en Dios; la Iglesia romana mantiene que hay tres personas en una sola esencia: prefiero darle la razón al español”. Pero ni la Iglesia Católica ni las protestantes le perdonaron nunca sus ataques contra esa doctrina central.

El estudio de la Biblia llevó a Servet a rechazar varias enseñanzas y prácticas eclesiásticas por encontrarlas incompatibles con las Escrituras, entre ellas el empleo de imágenes en el culto. Un año y medio después de publicar De errores acerca de la Trinidad, dijo lo siguiente de los católicos y los protestantes: “Ni con estos ni con aquellos estoy de acuerdo en todos los puntos, ni tampoco en desacuerdo. Me parece que todos tienen parte de verdad y parte de error y que cada uno ve el error del otro, mas nadie el suyo”. En efecto, había emprendido en solitario su búsqueda de la verdad. *

Pero su sinceridad no le impidió extraer conclusiones equivocadas, entre ellas que, de acuerdo a ciertos cálculos, la batalla de Armagedón y el Reinado Milenario de Cristo se iniciarían durante su propia vida.

En busca de la verdad científica

Obligado a huir de sus perseguidores, adoptó el nombre de Miguel Villanovano y se afincó en París, donde consiguió los grados de maestro en Artes y doctor en Medicina. La curiosidad científica lo llevó a practicar disecciones de cadáveres con objeto de entender el funcionamiento del cuerpo humano. De este modo, Servet se convirtió posiblemente en el primer europeo en describir la circulación pulmonar de la sangre, de la cual dio cuenta en su obra Restitución del cristianismo. Tales comentarios se realizaron setenta y cinco años antes de que William Harvey hiciera una descripción completa del aparato circulatorio.

También preparó una nueva edición de la Geografía de Tolomeo, la cual alcanzó tanto éxito que hay quienes consideran a Servet el padre de la geografía comparada y de la etnografía. Durante el juicio al que fue sometido más tarde en Ginebra, se le criticó por presentar en esa obra a Palestina como tierra estéril y apenas cultivada. El acusado repuso que dicha descripción se refería a su estado actual, y no al que tenía en la época de Moisés, cuando sin duda fue un lugar que manaba leche y miel.

Servet también escribió el Tratado universal de los jarabes, que proporcionó un enfoque equilibrado y novedoso de determinado tipo de medicina. El caudal de conocimiento que contiene este libro convierte a su autor en precursor en el campo de la farmacología y en el uso de las vitaminas. Dada la erudición que demostró en tantas materias, un historiador lo llama “uno de los más grandes intelectos de la historia e ilustre contribuidor a la cultura universal”.

Encuentra un temible adversario

Quienes van en busca de la verdad siempre encuentran numerosos opositores (Lucas 21:15). Entre los muchos que tuvo Servet destacó Juan Calvino, quien fundó en Ginebra un estado autoritario de orientación protestante. Con referencia a este eclesiástico, el historiador Will Durant comenta: “La suya no fue una dictadura de derecho o fuerza, sino de voluntad y carácter”. Agrega que fue “tan severo como cualquier papa en rechazar el individualismo en las creencias”.

Es probable que Calvino y Servet se conocieran en París cuando ambos eran jóvenes. Lo cierto es que no tardaron en chocar. Calvino se volvió su enemigo más implacable. Tanto es así que, pese a ser este eclesiástico uno de los cabezas de la Reforma, terminó denunciando a Servet ante la Inquisición católica. A duras penas, el perseguido logró escapar de Francia, donde lo quemaron en efigie. Sin embargo, fue reconocido y detenido en la ciudad fronteriza de Ginebra, donde la palabra de Calvino era ley.

Calvino lo maltrató con crueldad en la cárcel. Durante el juicio, sostuvo con él un debate. Servet aceptó modificar sus opiniones si Calvino lo convencía con argumentos bíblicos, algo que este no logró hacer. Concluido el proceso, el acusado fue condenado a morir en la hoguera. De acuerdo con diversos historiadores, fue el único disidente religioso al que los católicos quemaron en efigie y los protestantes en persona.

Heraldo de la libertad religiosa

Aunque Calvino había eliminado a su rival directo, había perdido autoridad moral. La injustificable ejecución de Servet escandalizó a muchos pensadores de toda Europa y brindó un poderoso argumento a los defensores de los derechos civiles, quienes se oponían a que se matara a las personas por razones de fe. A partir de ese momento lucharon con más determinación a favor de la libertad de culto.

El poeta italiano Camilo Renato lanzó la siguiente protesta: “Ni Dios ni su espíritu han aconsejado semejantes acciones. Cristo no ha dejado tales ejemplos acerca de los que le negaron”. Y el humanista francés Sébastien Castellion escribió: “Matar a un hombre no es defender una doctrina, sino matar a un hombre”. El propio Servet había dicho: “Considero un asunto muy grave el matar a los hombres por creer que están en el error o por algún detalle de interpretación escriturística, cuando sabemos que el más elegido se puede equivocar”.

Se ha hecho la siguiente evaluación sobre el impacto perdurable que tuvo la ejecución del erudito español: “Fue el punto de inflexión en la ideología y mentalidad dominantes desde el siglo IV. [...] Históricamente hablando, Servet murió para que la libertad de conciencia se convirtiera en un derecho civil en la sociedad moderna” (Michael Servetus—Intellectual Giant, Humanist, and Martyr [Miguel Servet: extraordinario intelectual, humanista y mártir]).

En 1908 se le erigió un monumento en la ciudad francesa de Annemasse, a unos cinco kilómetros [3 millas] del lugar de su ejecución. La inscripción reza: “Miguel Servet, [...] geógrafo, médico, fisiólogo, ha merecido la gratitud de la humanidad por sus descubrimientos científicos, su devoción a los enfermos y a los pobres, la indomable independencia de su inteligencia y de su conciencia [...]; sus convicciones eran invencibles. Sacrificó su vida por causa de la verdad”.

[Notas]

^ párr. 5 Las autoridades españolas desterraron a 120.000 judíos que rechazaron el catolicismo y quemaron vivos en la hoguera a varios miles de moros.

^ párr. 6 Véase el artículo “La Políglota complutense: histórica herramienta de traducción”, en La Atalaya del 15 de abril de 2004.

^ párr. 11 En su Declaración sobre Jesús el Cristo, indicó que el dogma de la Trinidad causaba perplejidad y confusión, y que las Escrituras no contenían “ni siquiera una sílaba” que lo respaldara.

^ párr. 13 Durante su encarcelamiento, firmó su última carta con estas palabras: “Miguel Servet, solo, pero confiado en la protección segurísima de Cristo”.

[Ilustraciones y recuadro de la página 21]

Servet y el nombre Jehová

La búsqueda de la verdad también llevó a Servet a usar el nombre divino, Jehová. Meses después de que William Tyndale empleara el sagrado nombre en su traducción del Pentateuco, Servet publicaba su obra De errores acerca de la Trinidad, en la cual aparece vez tras vez el nombre Jehová, y donde se incluye esta explicación: “El otro nombre, el más santo por encima de todos, יהוה, [...] puede interpretarse como sigue: ‘el que hace ser’, ‘el que convierte en esencial’, ‘la causa de la existencia’”. Además señaló: “El nombre de Jehová conviene sólo al Padre”.

En 1542, también editó la afamada versión latina de Santes Pagnino (ilustrada abajo). En sus extensas anotaciones, Servet volvió a destacar el nombre divino. Lo incluyó en las notas marginales de textos clave como Salmo 83:18, que en el texto principal mostraba el término correspondiente a “Señor”.

En su última obra, Restitución del cristianismo, Servet dijo lo siguiente sobre el nombre Jehová: “Lo cierto es que fueron muchos los que pronunciaron ese nombre en la antigüedad”.

[Ilustración]

Monumento en Annemasse (Francia)

[Ilustración de la página 18]

Bautismo forzoso de musulmanes que quedaron en España, según un grabado del siglo XV

[Reconocimiento]

Capilla Real, Granada

[Ilustración de la página 19]

Portada del libro De errores acerca de la Trinidad

[Reconocimiento]

Del libro De Trinitatis Erroribus, de Miguel Servet, 1531

[Ilustración de la página 20]

Servet estudió la circulación pulmonar de la sangre

[Reconocimiento]

Anatomie descriptive et physiologique, Paris, 1866-7, L. Guérin, Editor

[Ilustración de la página 20]

Su Tratado universal de los jarabes introdujo innovaciones farmacológicas

[Ilustración de la página 21]

Juan Calvino se convirtió en enemigo encarnizado de Servet

[Reconocimiento]

Biblioteca Nacional, Madrid

[Reconocimiento de la página 18]

Biblioteca Nacional, Madrid