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LA BIBLIA LES CAMBIÓ LA VIDA

“Solo te pido un año de felicidad y paz”

“Solo te pido un año de felicidad y paz”
  • AÑO DE NACIMIENTO: 1971

  • PAÍS: FRANCIA

  • OTROS DATOS: ERA INMORAL, DELINCUENTE, VIOLENTO Y DROGADICTO

MI PASADO.

Vivíamos en Tellancourt, un pueblo al nordeste de Francia. Mi padre era francés y mi madre es italiana. Cuando tenía ocho años, nos mudamos a Italia, a un barrio pobre de gente trabajadora en las afueras de Roma. La situación en casa era difícil; mis padres tenían fuertes discusiones por dinero.

Con 15 años, mi madre me animó a salir más para hacer amigos. Empecé a pasar cada vez más tiempo fuera de casa y no tardé en tener malas compañías. Cierto día se me acercó un hombre que se veía amable. Acepté las drogas que me ofreció, pues quería parecer adulto. Rápidamente me hundí en el bajo mundo de las drogas y la inmoralidad sexual. Fui violado varias veces. La vida dejó de tener valor para mí; me daba igual vivir o morir. Me sentía terriblemente solo. Cuando tenía 16 años, intenté suicidarme: me bebí una botella entera de whisky y me arrojé a un lago. Estuve tres días en coma.

Empecé a valorar la vida, pero me convertí en alguien violento que engañaba a la gente. Me ofrecía para tener relaciones sexuales con las personas, y cuando llegaba a sus casas, las drogaba y les robaba todo lo que tuvieran de valor. Grandes mafias me utilizaban para distribuir droga en Italia. A menudo tenía problemas con la policía. Aunque mi vida era un verdadero desastre, estaba convencido de que debía tener algún propósito. Por eso le oré a Dios: “Solo te pido un año de felicidad y paz”.

LA BIBLIA ME CAMBIÓ LA VIDA.

A los 24 años decidí mudarme a Inglaterra. Mi vida estaba en peligro ya que unos narcotraficantes querían eliminarme. Antes de irme, visité a mi madre y me sorprendió encontrar a Annunziato Lugarà hablándole de la Biblia. * Conocía su pasado como delincuente, así que me asusté y le pregunté qué hacía allí. Me contó los grandes cambios que había hecho en su vida para llegar a ser un testigo de Jehová, y me hizo prometerle que buscaría a los Testigos cuando llegara a Inglaterra. Aunque se lo prometí, una vez allí seguí con mi estilo de vida.

Un día vi a un testigo de Jehová ofreciendo las revistas La Atalaya y ¡Despertad! en una calle muy transitada de Londres. Entonces me acordé de la promesa que había hecho y le pregunté si podía tomar clases de la Biblia.

Lo que aprendí me impactó. Por ejemplo, me conmovió lo que dice 1 Juan 1:9 sobre Dios: “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonarnos nuestros pecados y limpiarnos”. Aquellas palabras me cambiaron la vida, pues me sentía sucio por todo lo que había hecho. Enseguida empecé a asistir a las reuniones en el Salón del Reino de los Testigos de Jehová, donde me recibieron con cariño. Cuando vi lo bien que se llevaban y lo que se querían —algo con lo que siempre había soñado—, quise ser parte de aquella congregación, de aquella familia.

No me costó mucho dejar las drogas y mi estilo de vida inmoral; lo que sí me costó fue cambiar mi personalidad. Vi que debía ser más respetuoso y considerado con los demás. De hecho, todavía sigo luchando por eliminar algunos rasgos desagradables de mi personalidad. Pero gracias a Jehová, he mejorado. En 1997, seis meses después de empezar a estudiar la Biblia, me bauticé y me hice testigo de Jehová.

QUÉ BENEFICIOS HE OBTENIDO.

Después de bautizarme, me casé con una joven llamada Barbara, quien también se había hecho testigo de Jehová recientemente. Uno de mis anteriores amigos empezó a estudiar la Biblia al ver lo mucho que yo había cambiado. Ahora, él y su hermana son testigos de Jehová. Y lo mismo hizo la hermana de mi abuela; tenía más de 80 años cuando estudió la Biblia y con el tiempo se bautizó.

En la actualidad soy anciano en una congregación, y mi esposa y yo dedicamos gran parte de nuestro tiempo a predicar en Londres a las personas que hablan italiano. A veces me deprimo al recordar mi vida anterior, pero Barbara siempre me anima. Por fin tengo lo que tanto había soñado: una familia estable y un Padre que me quiere. Le pedí a Dios un año de felicidad y paz, pero me ha dado mucho más.

Por fin tengo lo que tanto había soñado: una familia estable y un Padre que me quiere

^ párr. 10 Lea el artículo “La Biblia les cambió la vida: No iba a ningún lado sin mi arma”, relatado por Annunziato Lugarà, en la revista La Atalaya del 1 de julio de 2014, páginas 8 y 9.