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Se proclama la vuelta del Señor (1870 - 1914)

Se proclama la vuelta del Señor (1870 - 1914)

Capítulo 5

Se proclama la vuelta del Señor (1870 - 1914)

“No narro la siguiente historia tan solo porque se me haya pedido con insistencia un repaso de la guía de Dios en la senda de la luz, sino, sobre todo, porque estimo necesario relatar con modestia la verdad, eliminar los malentendidos y las declaraciones erróneas fundadas en prejuicios y hacer que nuestros lectores vean cómo nos ha ayudado y guiado el Señor.” *

DESPUÉS de expresarse así, Charles Taze Russell pasó a resumir las circunstancias que lo llevaron a publicar la obra Millennial Dawn (La Aurora del Milenio, que luego se llamó Studies in the Scriptures [Estudios de las Escrituras]), y la revista Zion’s Watch Tower and Herald of Christ’s Presence (La Torre del Vigía de Sión y Heraldo de la Presencia de Cristo, que en la actualidad se conoce como La Atalaya anunciando el Reino de Jehová). Esta historia interesa especialmente a los testigos de Jehová. ¿Por qué? Porque tanto su entendimiento actual de las verdades bíblicas como sus actividades se remontan a los años setenta del siglo XIX y a la obra de C. T. Russell y sus colaboradores, y de ahí a la Biblia y al cristianismo primitivo.

¿Quién era Charles Taze Russell? ¿Demuestra la historia de su obra que tenía la ayuda y la guía del Señor?

En busca de la verdad

C. T. Russell nació en Estados Unidos, en Allegheny (hoy parte de Pittsburgh, Pensilvania), el 16 de febrero de 1852. Era el segundo hijo de Joseph L. y Ann Eliza (Birney) Russell, que eran presbiterianos descendientes de escoceses e irlandeses. Aunque su madre falleció cuando él solo tenía nueve años, Charles recibió desde tierna edad la influencia religiosa de ambos padres. Como dijo más tarde una persona que conoció a C. T. Russell, “enseñaron al pequeño vástago y este creció orientado hacia el Señor”. A pesar de su crianza presbiteriana, con el tiempo se unió a la Iglesia Congregacional porque prefería las ideas de esta.

El joven Charles era, sin duda, un buen hombre de negocios. Con solo 11 años de edad se hizo socio de su padre en una próspera tienda de ropa masculina. Amplió el negocio y con el tiempo dirigió personalmente varias tiendas. Aunque le iba bien en los negocios, se sentía muy perturbado en sentido espiritual. ¿Por qué?

Los padres de Charles creían de corazón las doctrinas de las iglesias de la cristiandad, y en ellas lo habían criado. Así pues, le habían enseñado que Dios, aunque es amor, creó al hombre con inmortalidad inherente y preparó un lugar que arde con fuego en el que atormenta para siempre a todo el que no hubiera sido predestinado a la salvación. Pero el corazón sincero de Charles, entonces un adolescente, rechazaba aquella idea. Llegó a la conclusión de que “un Dios que usara su poder para crear a seres humanos sabiendo de antemano que sufrirían tormentos eternos y predestinándolos a ello no sería ni sabio ni justo ni amoroso. Sus normas serían inferiores a las de muchos hombres”.

Pero el joven Russell no era ateo; sencillamente no podía aceptar ciertas enseñanzas comunes de las iglesias. Explicó: “Poco a poco me fui dando cuenta de que aunque todos los credos contenían elementos de la verdad, en general eran engañosos y contradecían la Palabra de Dios”. Sí, en los credos de las iglesias había “elementos de la verdad” enterrados en un enredo de enseñanzas paganas que se habían infiltrado en una cristiandad contaminada durante la apostasía de los siglos pasados. Russell se apartó de los credos eclesiásticos y emprendió una búsqueda de la verdad, que le llevó a examinar algunas de las principales religiones de Oriente, pero no quedó satisfecho.

Recupera la fe

No obstante, el vástago había sido educado por padres que temían a Dios; por eso estaba “orientado hacia el Señor”. Una noche de 1869, mientras aún buscaba la verdad, sucedió algo que restableció su fe vacilante. Mientras caminaba cerca de la tienda de los Russell en la calle Federal, escuchó cantos religiosos procedentes del sótano de un edificio. Él mismo nos cuenta lo que sucedió:

“Al parecer por accidente, una noche entré en un sucio y polvoriento salón donde sabía que se celebraban servicios religiosos, para ver si el puñado de personas que se reunía allí ofrecía algo más sensato que los credos de las principales iglesias. Allí escuché por primera vez algunas de las creencias de los segundoadventistas [Iglesia del Advenimiento de Cristo]; el predicador era el Sr. Jonas Wendell [...] Por lo tanto, me reconozco endeudado con los adventistas, así como con otras confesiones. Aunque la presentación bíblica que él hizo no fue muy clara, [...] me bastó, con la guía de Dios, para recuperar la fe, vacilante entonces, en la inspiración divina de la Biblia y para mostrarme que los escritos de los apóstoles y los profetas eran inseparables. Lo que oí me envió a la Biblia a estudiar con más celo y detenimiento que nunca antes, y siempre le agradeceré al Señor esa guía; pues aunque el adventismo no me llevó a ninguna verdad particular, me ayudó mucho a deshacerme de errores y así me preparó para la Verdad”.

Aquella reunión reavivó la determinación del joven Russell de hallar la verdad bíblica. Lo envió a su Biblia para investigarla con mayor determinación que nunca. Russell se convenció enseguida de que se había acercado el tiempo en que los que servían al Señor conocerían claramente Su propósito. De modo que en 1870, él y unos cuantos conocidos suyos de Pittsburgh y de la cercana Allegheny llenos de entusiasmo formaron una clase para estudiar la Biblia. Según un posterior colaborador de Russell, el estudio de la clase se efectuaba así: “Alguien planteaba una pregunta. La analizaban. Buscaban todos los textos bíblicos relacionados y luego, cuando estaban convencidos de cómo armonizaban los textos, exponían su conclusión final y tomaban nota de ella”. Como Russell reconoció más tarde, el período que transcurrió “entre 1870 y 1875 fue un tiempo de aumento constante en la gracia, el conocimiento y el amor a Dios y a su Palabra”.

La investigación de las Escrituras les aclaró muchas cosas a estos buscadores sinceros de la verdad. Entendieron las verdades bíblicas de que el alma humana muere y que la inmortalidad es un don que solo recibirán los que hereden con Cristo Su Reino celestial. (Eze. 18:20; Rom. 2:6, 7.) Empezaron a comprender la doctrina del sacrificio de rescate de Jesucristo y la oportunidad que esta provisión presentaba a la humanidad. (Mat. 20:28.) Se dieron cuenta de que si bien la primera vez que Jesús vino a la Tierra se presentó en carne como hombre, al regresar estaría presente invisiblemente como persona espiritual. (Juan 14:19.) Aprendieron, además, que el propósito de la vuelta de Jesús no sería destruir a todos, sino bendecir a las familias obedientes de la Tierra. (Gál. 3:8.) Russell escribió: “Nos apenó mucho el error de los segundoadventistas, que esperaban a Cristo en la carne y enseñaban que el mundo y todo cuanto hay en él, salvo los segundoadventistas, sería consumido por fuego”.

Ciertamente las verdades bíblicas que comprendió con claridad este grupito que estudiaba la Biblia diferían de las doctrinas paganas que se habían infiltrado en la cristiandad durante la apostasía, que había durado varios siglos. Pero ¿entendieron Russell y sus compañeros con intereses espirituales estas verdades bíblicas sin ayuda de otros?

La influencia de otros

Russell confesó con franqueza que otros le habían ayudado en el estudio de la Biblia. No solo reconoció que estaba endeudado con el segundoadventista Jonas Wendell, sino que también habló con afecto de otras dos personas que le habían ayudado en sus estudios de la Biblia. Russell dijo de estos dos hombres: “El estudio de la Palabra de Dios con estos estimados hermanos me llevó, paso a paso, a pastos más verdes”. Uno de ellos, George W. Stetson, era un celoso estudiante de la Biblia y pastor de la Iglesia del Advenimiento de Cristo en Edinboro (Pensilvania).

El otro, George Storrs, era el editor de la revista Bible Examiner, de Brooklyn (Nueva York). Storrs, que nació el 13 de diciembre de 1796, se sintió impulsado inicialmente a examinar lo que la Biblia dice sobre la condición de los muertos después de haber leído algo que publicó (aunque anónimamente en aquel tiempo) un meticuloso estudiante de la Biblia, Henry Grew, de Filadelfia (Pensilvania). Storrs defendió celosamente lo que se llamaba inmortalidad condicional, la enseñanza de que el alma es mortal y que la inmortalidad es un don que recibirán los cristianos fieles. También llegó a la conclusión de que, puesto que los inicuos no tienen inmortalidad, no existe el tormento eterno. Storrs hizo muchos viajes, durante los cuales presentó discursos sobre el tema de que los inicuos no tienen inmortalidad. Una de las obras que publicó es el libro Six Sermons (Seis sermones), del que con el tiempo se distribuyeron 200.000 ejemplares. Sin duda, los sólidos puntos de vista bíblicos de Storrs sobre la mortalidad del alma y la expiación y restitución (restauración de lo que se perdió debido al pecado adánico; Hech. 3:21) ejercieron una influencia fuerte y positiva en el joven Charles T. Russell.

Sin embargo, hubo otro hombre que afectó profundamente la vida de Russell y también puso a prueba su lealtad a la verdad bíblica.

Profecías cronológicas y la presencia del Señor

Una mañana de enero de 1876 el joven Russell, de 23 años de edad, recibió una revista religiosa titulada Herald of the Morning (El Heraldo de la Mañana). La ilustración de la portada le indicó que se identificaba con el adventismo. El redactor jefe de la revista, Nelson H. Barbour, de Rochester (Nueva York), no creía que Cristo volvía con el propósito de destruir a las familias de la Tierra, sino para bendecirlas, y tampoco creía que vendría en la carne, sino como espíritu. Pues bien, ¡esto cuadraba con lo que Russell y sus compañeros de Allegheny habían creído por algún tiempo! * Sin embargo, era curioso que Barbour había deducido de las profecías cronológicas que Cristo ya estaba presente (invisiblemente) y que era el tiempo de segar o cosechar “el trigo” (los cristianos verdaderos que componen la clase del Reino). (Capítulo 13 de Mateo.)

Hasta entonces Russell había evitado todo lo relacionado con las profecías cronológicas. Sin embargo, entonces se preguntó: “¿Pudiera ser que las profecías cronológicas que yo había menospreciado por tanto tiempo debido a que los adventistas las habían usado erróneamente en realidad se hubieran dado para indicar cuándo estaría presente invisiblemente el Señor con el fin de establecer su Reino?”. Su insaciable sed de la verdad bíblica le impulsó a investigar más. De modo que concertó una reunión con Barbour en Filadelfia. Aquella reunión les confirmó que concordaban en muchas enseñanzas bíblicas y les permitió intercambiar opiniones. “Cuando mantuvimos aquella reunión —explicó más tarde Russell—, él podía aprender mucho de mí en cuanto al alcance total de la restitución basada en la suficiencia del rescate que se dio por todos, y yo podía aprender mucho de él sobre cronología.” Barbour logró convencer a Russell de que la presencia invisible de Cristo había comenzado en 1874. *

‘Resuelto a emprender una vigorosa campaña en pro de la Verdad’

C. T. Russell era un hombre de convicciones firmes. Una vez convencido de que la presencia invisible de Cristo había comenzado, se determinó a proclamarlo a otros. Posteriormente dijo: “El saber que ya estábamos en el tiempo de la cosecha me dio el ímpetu necesario para esparcir la Verdad como nunca antes. De modo que enseguida me resolví a emprender una vigorosa campaña en pro de la Verdad”. Russell decidió entonces dedicar menos tiempo a su negocio a fin de dedicarse a predicar.

Para contrarrestar ideas erróneas respecto a la vuelta del Señor, Russell escribió el folleto The Object and Manner of Our Lord’s Return (El objeto y manera de la vuelta del Señor), que se publicó en 1877. Aquel mismo año, Barbour y Russell publicaron conjuntamente Three Worlds, and the Harvest of This World (Tres mundos, y la siega de este mundo). Este libro de 196 páginas consideraba la restitución y profecías bíblicas sobre cronología. Aunque otros habían escrito sobre estos asuntos antes, Russell opinaba que este libro era “el primero que combinaba la idea de la restitución con profecías cronológicas”. Presentaba el punto de vista de que la presencia invisible de Jesucristo había comenzado en el otoño de 1874.

Mientras Russell viajaba y predicaba, se dio cuenta de que hacía falta algo que mantuviera vivas y bien regadas las semillas de la verdad que estaba sembrando. ¿Qué pudiera ser? “Una publicación mensual”, dijo Russell. De modo que él y Barbour decidieron reanudar la publicación de la revista Herald, que se había suspendido por cancelación de suscripciones y falta de fondos. Russell contribuyó de su propio capital para publicar de nuevo la revista, y fue miembro de la redacción.

Todo marchó bien por algún tiempo, es decir, hasta 1878.

Russell se separa de Barbour

En el número de agosto de 1878 de Herald of the Morning apareció un artículo de Barbour que negaba el valor sustitutivo de la muerte de Cristo. Russell, que era casi 30 años más joven que Barbour, percibió que estas afirmaciones implicaban en realidad negar la parte fundamental de la doctrina del rescate. Por esa razón, en el número siguiente (septiembre de 1878) Russell defendió la enseñanza del rescate y contradijo las declaraciones de Barbour en un artículo titulado “La expiación”. La controversia continuó en las páginas de la revista durante los siguientes meses. Finalmente Russell decidió romper toda asociación con el Sr. Barbour y dejó de apoyar económicamente la revista Herald.

Sin embargo, a C. T. Russell le pareció que no bastaba con retirarse de la Herald. Creía necesario defender la doctrina del rescate y proclamar la presencia de Cristo. Por eso, en julio de 1879 comenzó a publicar la revista Zion’s Watch Tower and Herald of Christ’s Presence. * Russell era el redactor jefe y editor, y otras cinco personas colaboraban en la redacción. Se imprimieron 6.000 ejemplares de la primera edición. Para el año 1914 se imprimían unos 50.000 ejemplares de cada número.

“No como nuevos, ni como nuestros, sino como del Señor”

C. T. Russell se valió de la revista Watch Tower (conocida posteriormente en español como La Torre del Vigía y en la actualidad como La Atalaya) y de otras publicaciones para defender las verdades bíblicas y refutar las enseñanzas religiosas falsas y las filosofías humanas que contradecían la Biblia. Sin embargo, no afirmó que hubiera descubierto verdades nuevas.

Desde finales del siglo XVIII, muchos ministros religiosos y escriturarios habían estado denunciando las enseñanzas falsas de la inmortalidad del alma y el castigo eterno de los inicuos. Se había informado en detalle sobre esta denuncia en el libro Bible Vs. Tradition (La Biblia contra la tradición), de Aaron Ellis, publicado originalmente en Inglaterra y después en Estados Unidos en 1853 por George Storrs. Pero en aquel tiempo los que sobresalieron en dar a conocer esta verdad fueron C. T. Russell y sus colaboradores.

¿Qué se puede decir de otras doctrinas bíblicas analizadas en la Watch Tower y en otras publicaciones? ¿Se atribuyó Russell la revelación de estas gemas de la verdad? Él explicó: “Descubrimos que por siglos diferentes sectas y personas se habían repartido las doctrinas bíblicas entre sí, mezclándolas en diversos grados con suposiciones y errores humanos. [...] Hallamos que la importante doctrina de la justificación por fe y no por obras había sido expuesta con claridad por Lutero y más recientemente por muchos cristianos; que los presbiterianos defendían cuidadosamente las cualidades divinas de justicia, poder y sabiduría, aunque sin entenderlas claramente; que los metodistas reconocían y ensalzaban el amor y la compasión de Dios; que los adventistas poseían la preciosa doctrina de la vuelta del Señor; que los bautistas sostenían correctamente, entre otros puntos, la doctrina del bautismo simbólico, aunque habían perdido de vista el bautismo verdadero, y que algunos universalistas habían sostenido sin mucha claridad algunas ideas referentes a la ‘restitución’. De modo que en casi toda organización religiosa se veía que sus fundadores habían buscado a tientas la verdad, pero obviamente el gran Adversario había luchado contra ellos y había conseguido dividir la Palabra de Dios, por no poder acabar totalmente con ella”.

Respecto a la cronología que normalmente enseñaba, Russell dijo: “Cuando decimos ‘nuestra’ cronología, nos referimos sencillamente a la que empleamos, la cronología bíblica, que pertenece a toda persona del pueblo de Dios que la acepta. De hecho, hace mucho tiempo se usó casi de la misma forma que la usamos actualmente, tal como varias profecías que utilizamos habían sido empleadas con un propósito diferente por los adventistas, y tal como varias doctrinas que aceptamos y que parecen tan nuevas y recientes y distintas ya se aceptaban en alguna forma desde hace mucho tiempo; por ejemplo: la elección, la gracia, la restitución, la justificación, la santificación, la glorificación y la resurrección”.

Entonces, ¿cuál era para Russell el papel que él y sus colaboradores desempeñaban en la publicación de las verdades bíblicas? Él explicó: “Nuestra labor [...] ha sido juntar estos fragmentos de la verdad que han estado esparcidos por largo tiempo y presentarlos al pueblo del Señor, no como nuevos, ni como nuestros, sino como del Señor. [...] No debemos atribuirnos siquiera el haber hallado y puesto en orden nuevo estas gemas de la verdad”. Declaró además: “La obra en que el Señor se ha complacido en utilizar nuestras humildes aptitudes ha consistido en reconstruir, ajustar y armonizar, más bien que en originar”.

Como se ve, Russell veía con modestia sus logros. No obstante, los “fragmentos de la verdad [...] esparcidos” que juntó y presentó al pueblo del Señor estaban libres de las doctrinas paganas de la Trinidad y la inmortalidad del alma, doctrinas que deshonraban a Dios y que se habían arraigado en las iglesias de la cristiandad como resultado de la gran apostasía. Russell y sus colaboradores proclamaron mundialmente como nadie había hecho en aquel tiempo el significado de la vuelta del Señor y del propósito divino y lo que este implicaba.

‘Fortaleciéndose mutuamente en la santísima fe’

Personas de corazón recto respondieron prestamente a las verdades libertadoras que C. T. Russell y sus colaboradores proclamaban tanto por página impresa como en discursos. Russell, que todavía no había cumplido 30 años de edad, vio enseguida la importancia de que los lectores de la Watch Tower se familiarizaran con los que compartían sus creencias y todos se animaran mutuamente. Los Estudiantes de la Biblia de Pittsburgh venían haciendo esto por medio de reuniones regulares, pero ¿qué se podía hacer para ayudar a los lectores de la revista Watch Tower de otros lugares?

La respuesta apareció en los números de mayo y junio de 1880. Russell anunció que planeaba visitar varias poblaciones de Pensilvania, Nueva Jersey, Massachusetts y Nueva York. ¿Con qué fin? “En algunos lugares —explicaba el anuncio— tenemos dos o tres lectores, en otros hasta 50. En muchos sitios no se conocen entre sí, de modo que se pierden el beneficio y el consuelo que, por designio de nuestro Padre, deberían recibir por ‘su común reunión, según es costumbre de algunos’. Es Su propósito que nos ‘edifiquemos el uno al otro’ y nos fortalezcamos mutuamente en la santísima fe. Esperamos que las reuniones que proponemos permitan que se conozcan personalmente.” (Heb. 10:24, 25.)

Las ‘reuniones propuestas’ se celebraron durante el viaje de Russell, y fueron un éxito; se estableció una relación más estrecha entre los lectores de la Watch Tower. Estos y otros viajes para visitar a “los grupitos que esperaban” pronto resultaron en la formación de clases, o “ecclesias” (que después se llamaron congregaciones), en las zonas ya mencionadas, así como en Ohio y Michigan. Se instó a estas clases a reunirse con regularidad. Ahora bien, ¿qué tipo de reuniones tendrían?

La clase de Pittsburgh había adoptado la costumbre de reunirse al menos dos veces por semana. Una reunión de la clase de Pittsburgh por lo general incluía un discurso a la entera ecclesia a cargo de un orador cualificado, que tal vez se pronunciaba en un salón alquilado. Pero en las otras reuniones, usualmente en hogares privados, se solía invitar a los concurrentes a llevar la Biblia, una concordancia, papel y lápiz, y a participar.

El afectuoso compañerismo de que se disfrutaba en aquellas reuniones semanales era reconfortante, a diferencia del ambiente frío e impersonal de los servicios religiosos de muchas iglesias de la cristiandad. Pero Russell y sus colaboradores no fueron quienes concibieron la idea de reunirse con regularidad. La costumbre de reunirse, incluso en casas privadas, fue establecida por los cristianos del siglo primero. (Rom. 16:3, 5; Col. 4:15.)

“¿Está predicando usted?”

C. T. Russell y los que con él se asociaban creían firmemente que vivían en un tiempo de siega y que la gente tenía que oír la verdad que les daría libertad. Sin embargo, eran muy pocos. La revista Watch Tower satisfacía una necesidad fundamental, pero ¿podría lograrse más? Russell y sus colaboradores estaban seguros de ello. En 1880 comenzaron a publicar Bible Students’ Tracts (Tratados para Estudiantes de la Biblia, conocidos más tarde como Old Theology Quarterly [Publicación trimestral de teología antigua]), que se daban gratis a los lectores de la Watch Tower para que los distribuyeran entre el público.

Se animó a los lectores de la Watch Tower a compartir con otros las verdades valiosas que aprendían. “¿Está predicando usted?”, fue la pregunta que se planteó en el número combinado de julio y agosto de 1881. ¿Cuánta importancia tenía para ellos la predicación? El artículo pasó a decir: “Creemos que solo los que prediquen formarán parte del rebaño pequeño. [...] Sí, se nos llamó a sufrir con él y a proclamar esas buenas nuevas ahora, para que al tiempo debido se nos glorifique y efectuemos las cosas que ahora predicamos. No se nos llamó ni ungió para recibir honra y acumular riquezas, sino para gastar y gastarnos, y para predicar las buenas nuevas”.

Fue apropiado que los Estudiantes de la Biblia de entonces percibieran vivamente la urgencia de predicar las buenas nuevas. De hecho, a los cristianos del siglo primero se les dio la comisión de predicar; es una responsabilidad que recae sobre todos los cristianos verdaderos hasta este día. (Mat. 24:14; 28:19, 20; Hech. 1:8.) Pero ¿con qué fin predicaban Russell y los primeros lectores de la Watch Tower? ¿Sencillamente para distribuir literatura bíblica o ayudar a los que asistían a las iglesias a entender las verdades bíblicas?

“Tiene que salir de ella”

Hace mucho tiempo la Biblia advirtió: “Sálganse de ella, pueblo mío”. ¿Salir de dónde? De “Babilonia la Grande, la madre de las rameras y de las cosas repugnantes de la tierra”. (Rev. 17:5; 18:4.) ¿Por qué salirse de Babilonia? “Porque sus pecados se han amontonado hasta llegar al cielo, y Dios ha recordado sus actos de injusticia.” (Rev. 18:5.) ¿Quién es esta ramera madre de la cual se debe separar la gente?

Martín Lutero y otros reformadores afirmaron que la Iglesia Católica y el papado eran Babilonia la Grande. ¿Qué se puede decir de las iglesias protestantes que surgieron como resultado de la Reforma? La verdad es que, aparte de que rechazaron la primacía del papa, su estructura eclesiástica no era muy diferente de la del catolicismo, y retuvieron doctrinas no bíblicas, como la Trinidad, la inmortalidad del alma y el tormento eterno. Por eso, algunos predicadores instaron a la gente a separarse no solo de la Iglesia Católica, sino también de los principales sistemas eclesiásticos protestantes.

C. T. Russell y sus colaboradores también se dieron cuenta de que esta ramera infame no era simplemente la Iglesia Católica. Así, aunque la Watch Tower de noviembre de 1879 identificó a Babilonia la Grande con el “SISTEMA del papado”, el artículo añadió: “Tenemos que ir más allá e implicar a otras iglesias (no a los individuos, sino a los sistemas eclesiásticos), que se han unido a los imperios del mundo. Tenemos que condenar a toda iglesia que asegure ser una virgen casta comprometida con Cristo, pero que en realidad esté unida al mundo (la bestia) y tenga su apoyo, y decir que en términos bíblicos es una iglesia ramera”.

Por lo tanto, ¿qué se instó a hacer a los lectores de la Watch Tower? Russell escribió: “Si la iglesia con la que usted se asocia mantiene una unión adulterina con el mundo, y usted desea conservar blanca su vestidura, tiene que salir de ella”. En aquel tiempo Russell y sus colaboradores no entendían hasta dónde llegaba la influencia de Babilonia la Grande. Con todo, se instó a los lectores de la Watch Tower a separarse de los sistemas eclesiásticos corruptos y mundanos. (Juan 18:36.)

“Desde el primer momento su verdad me cautivó el corazón”

La publicación de verdades bíblicas dio un significativo paso adelante en 1886 al presentarse el primer tomo de una prometida serie de libros llamada Millennial Dawn, escrita por C. T. Russell. El tomo I se tituló El Plan Divino de las Edades. Contenía estudios sobre dieciséis asuntos, entre ellos: “Existencia de un Supremo e Inteligente Creador establecida”, “La Biblia como una Revelación Divina examinada a la luz de la razón”, “La vuelta de Nuestro Señor—Su objeto, la restauración de todas las cosas” y “El permiso del mal y su relación con el Plan de Dios”. Con el tiempo, C. T. Russell escribió otros cinco libros de la serie Millennial Dawn. *

Russell no vivió lo suficiente como para escribir el séptimo tomo de la serie, pero la amplia distribución de los seis tomos que completó tocó el corazón de personas sinceras. En 1889 una señora escribió: “Recibí su libro MILLENNIAL DAWN el otoño pasado, y fue la primera vez que supe de esta obra. Lo recibí un sábado por la noche, empecé a leerlo de inmediato y no lo puse a un lado, excepto cuando me veía obligada a ello, hasta que lo terminé. Desde el primer momento su verdad me cautivó el corazón; inmediatamente me aparté de la Iglesia Presbiteriana, en la que por largo tiempo había estado buscando la verdad a tientas en la oscuridad sin encontrarla”.

En aquellos días requería verdadero valor abandonar la iglesia a la que se pertenecía. Como prueba de esto tenemos el caso de una señora de Manitoba (Canadá), que en 1897 recibió un ejemplar de Millennial Dawn. Al principio, trató de seguir en su iglesia y enseñar en las escuelas dominicales de su localidad. Pero en 1903 decidió separarse de ella. Se puso de pie y dijo a todos los presentes por qué le parecía que debía separarse. Los vecinos más allegados (personas muy apreciadas en las comunidades pequeñas de entonces) trataron de persuadirla para que regresara. Pero ella permaneció firme, a pesar de que no tenía cerca una congregación de Estudiantes de la Biblia. Más tarde, su hijo explicó en qué situación se encontraba ella: “No había siervo de estudio [anciano] en quien pudiera apoyarse. No había reuniones. Un corazón contrito. Una Biblia gastada por el uso. Muchas horas de oración”.

¿Qué hacía que Millennial Dawn, la revista Watch Tower y otras publicaciones de la Sociedad llegaran al corazón de la gente y la motivaran a obrar con tanta decisión? C. T. Russell explicaba las enseñanzas bíblicas de un modo distinto del de muchos escritores de su tiempo. Creía que la Biblia era la Palabra infalible de Dios y que sus enseñanzas debían armonizar. Por lo tanto, le parecía que si alguna porción de la Biblia era difícil de entender, otra porción de la Palabra inspirada debería interpretarla y aclararla. No trató de apoyar sus explicaciones con el testimonio de los teólogos de su tiempo ni con las ideas de los llamados padres primitivos de la Iglesia. Como escribió en el volumen I de Millennial Dawn “creemos que es un error común de este tiempo, lo mismo que de tiempos anteriores, el aceptar ciertas doctrinas porque las adoptaron otros en quienes tenemos confianza. [...] Los que se hallan en busca de la verdad deben por completo vaciar de sus vasos las aguas turbias de la tradición para llenarlos en la fuente de la verdad: la Palabra de Dios”.

Cuando cantidades cada vez mayores de buscadores de la verdad respondieron a lo que leyeron en las publicaciones de la Sociedad Watch Tower, hubo que efectuar ciertos cambios inesperados en Allegheny.

Oficina central en la Casa Bíblica

A los Estudiantes de la Biblia de Allegheny, asociados con la publicación de la revista Watch Tower, se les consideraba los más experimentados en efectuar la obra del Señor, y para todas las ecclesias, o congregaciones, ellos eran quienes llevaban la delantera. Al principio tuvieron su oficina central en el número 101 de la Quinta Avenida, en Pittsburgh, y más tarde en el número 44 de la calle Federal, en Allegheny. Sin embargo, a finales de los años ochenta del siglo XIX quedó claro que se necesitaba más espacio. De modo que Russell dispuso que se construyera un local más amplio. En 1889 se finalizó un edificio de cuatro pisos en el número 56-60 de la calle Arch, en Allegheny. A este edificio, valorado en 34.000 dólares, se le conoció como la Casa Bíblica. Fue la oficina central de la Sociedad durante diecinueve años.

Para 1890, la pequeña familia que residía en la Casa Bíblica atendía las necesidades de cientos de personas que se asociaban activamente con la Sociedad Watch Tower. Pero al transcurrir la década de los noventa del siglo XIX, más personas se interesaban en lo que la familia hacía. De hecho, según un informe incompleto publicado en la Watch Tower, el 26 de marzo de 1899 se observó la Conmemoración de la muerte de Cristo en 339 diferentes reuniones y hubo 2.501 participantes. Pero ¿qué ayudaría a conservar la unión entre el número creciente de Estudiantes de la Biblia?

Se unifica al creciente rebaño

C. T. Russell instó a todos los lectores de la revista Watch Tower a reunirse en cualquier lugar donde pudieran para formar grupos —pequeños o grandes— a fin de edificarse mutuamente en sentido espiritual. Mediante las columnas de la Watch Tower se daba consejo bíblico. Desde la central se enviaban también representantes viajantes de la Sociedad Watch Tower, que mantenían el contacto con los diversos grupos y los edificaban espiritualmente.

De vez en cuando se celebraban asambleas especiales a las que asistían Estudiantes de la Biblia de muchos lugares. La Watch Tower de marzo de 1886 publicó el siguiente anuncio: “Extendemos una INVITACIÓN ESPECIAL a todo lector que pueda estar presente”. ¿A qué se invitaba? A la conmemoración anual de la Cena del Señor, que se efectuaría el domingo 18 de abril de 1886 en Allegheny. Sin embargo, se planeaba hacer algo más: se programó una serie especial de reuniones que se celebrarían la semana siguiente por la noche. Los Estudiantes de la Biblia de Allegheny abrieron sus hogares —y corazones— a los asistentes, y no cobraron por ello. En años posteriores se celebraron asambleas similares en Allegheny para la época de la Conmemoración de la muerte del Señor.

Durante los últimos años del siglo XIX, se comenzaron a organizar asambleas en muchos lugares. C. T. Russell solía presentar discursos en aquellas ocasiones. ¿Qué impresión causaba cuando hablaba?

Ralph Leffler, quien había escuchado a C. T. Russell, recordó: “En la plataforma, frente al auditorio, siempre vestía levita negra y corbata blanca. No gritaba, y nunca usó micrófono ni altavoces, pues aún no se habían inventado; con todo, su voz de alguna manera llegaba a todo rincón del auditorio. Podía mantener atenta a la concurrencia no solo por una hora, sino a veces hasta por dos o tres horas. Comenzaba sus discursos saludando al auditorio con una leve inclinación. No se quedaba inmóvil como una estatua mientras hablaba; más bien, estaba en constante movimiento, haciendo ademanes y caminando de un lado a otro de la plataforma. Nunca vi que llevara consigo notas o un manuscrito, sino solo la Biblia, que empleaba muy a menudo. Hablaba desde el corazón y con mucha convicción. En aquellos días lo único que había en la plataforma era una mesita con una Biblia, una jarra de agua y un vaso del cual el orador bebía un sorbo de vez en cuando”.

Aquellas primeras asambleas eran períodos de compañerismo afectuoso y refrigerio espiritual. Sirvieron para fortalecer la unidad de los Estudiantes de la Biblia y difundir las verdades bíblicas. Entretanto, durante las postrimerías de la última década del siglo XIX, los Estudiantes de la Biblia comprendieron que había que hacer mucho más para diseminar la verdad bíblica. No obstante, todavía eran relativamente pocos. ¿Habría algún medio de llegar a otros millones de personas con los métodos que entonces se usaban? ¡Claro que sí!

Se abre la puerta a la “evangelización periodística”

A finales del siglo XIX había líneas de telégrafo por todo el mundo. La comunicación telegráfica era barata y rápida; revolucionó la prensa. Las noticias podían transmitirse con rapidez a larga distancia e imprimirse en los periódicos. A principios del siglo XX, C. T. Russell y sus colaboradores se percataron de que los periódicos eran un medio eficaz de llegar a un gran número de personas. Russell dijo posteriormente: “Los periódicos se han convertido en un factor de gran influencia en la vida cotidiana del mundo civilizado”.

El número del 1 de diciembre de 1904 de la revista Watch Tower anunció que los sermones de C. T. Russell se publicaban entonces en tres periódicos. El número siguiente informó bajo el titular “Evangelización periodística”: “Con este método se han esparcido por todas partes millones de sermones; y por lo menos algunos han hecho algún bien. Si es la voluntad del Señor, con gusto mantendremos abierta esta ‘puerta’, o hasta la abriremos un poco más”. La puerta de la “evangelización periodística” se abrió aún más. De hecho, para 1913 se calculaba que los sermones de Russell llegaban a 15.000.000 de lectores mediante unos 2.000 periódicos.

Ahora bien, ¿cómo se las arreglaba Russell para hacer que se imprimiera un sermón semanalmente, hasta cuando se hallaba de viaje? Todas las semanas telegrafiaba un sermón (de unas dos columnas de periódico de largo) a una agencia de prensa, que a su vez lo telegrafiaba a periódicos de Estados Unidos, Canadá y Europa.

Russell estaba convencido de que el Señor había abierto de par en par la puerta a la predicación en los periódicos. En la primera década del siglo XX, el mensaje bíblico que proclamaban Russell y sus colaboradores se difundió extensamente mediante aquellos sermones en los periódicos. Una publicación llamada The Continent comentó en cierta ocasión de Russell: “Se dice que sus escritos se publican semanalmente en los periódicos y que alcanzan una circulación mayor que la de cualquier otra persona; puede que sus escritos tengan mayor circulación que los de todo otro sacerdote o predicador de Norteamérica combinados”.

La mudanza a Brooklyn

Al cobrar auge la predicación por medio de los periódicos, los Estudiantes de la Biblia empezaron a buscar otro lugar como punto de origen de los sermones. ¿Por qué? Porque para entonces la Casa Bíblica de Allegheny resultaba muy pequeña. Además, se opinaba que los sermones de Russell se publicarían en más periódicos si procedían de una ciudad mayor y más conocida. Pero ¿cuál sería esa ciudad? La revista Watch Tower del 15 de diciembre de 1908 explicó: “Llegamos a la conclusión, después de buscar la guía divina, de que Brooklyn (Nueva York), que tenía una gran población de clase media y era conocida como ‘la ciudad de las iglesias’, sería, por estas razones, el lugar más apropiado para la obra de recolección durante los pocos años restantes”.

Por consiguiente, en 1908 varios representantes de la Sociedad Watch Tower, entre ellos el asesor legal, Joseph F. Rutherford, fueron enviados a la ciudad de Nueva York. ¿Con qué fin? Para comprar un edificio que C. T. Russell había visto en un viaje anterior. Adquirieron el antiguo “Betel de Plymouth”, ubicado en el número 13-17 de la calle Hicks, en Brooklyn. Este había sido casa de misión para la cercana Iglesia Congregacional Plymouth, en la que fue pastor por algún tiempo Henry Ward Beecher. Los representantes de la Sociedad también compraron la anterior residencia de Beecher, un edificio de cuatro pisos con fachada de ladrillos rojos ubicado en el número 124 de Columbia Heights, a pocas manzanas de distancia.

Tras ser renovado, al edificio de la calle Hicks se le llamó el Tabernáculo de Brooklyn. Allí se ubicaron las oficinas de la Sociedad y un auditorio. Después de muchas reparaciones, la anterior residencia de Beecher, en el número 124 de Columbia Heights, llegó a ser el hogar del personal de la oficina central de la Sociedad. ¿Qué nombre recibiría? La Watch Tower del 1 de marzo de 1909 explicó: “Llamaremos ‘Betel’ [que significa “Casa de Dios”] al nuevo hogar”. *

La “evangelización periodística”, como se la llamó, recibió un mayor impulso después de la mudanza a Brooklyn. Sin embargo, no era el único medio de llegar a las multitudes.

Crece la proclamación de las buenas nuevas

En 1912 Russell y sus colaboradores acometieron una intrépida empresa docente que se adelantaba por mucho a su tiempo. De hecho, llegaría a millones de personas por toda la Tierra. Se trataba del “Foto-Drama de la Creación”, una combinación de películas cinematográficas y diapositivas, sincronizadas con música y discursos grabados. Duraba unas ocho horas y se presentaba en cuatro partes. Además del “Foto-Drama” regular, se hizo disponible el “Drama Eureka”, que consistía en los discursos y la música grabados, o en las grabaciones además de las diapositivas. Aunque no tenía las películas, se presentaba con éxito en zonas menos pobladas.

Imagínese el histórico acontecimiento: En enero de 1914, durante la era del cine mudo, * 5.000 espectadores se reunieron en un edificio llamado “The Temple” en la calle 63 oeste de la ciudad de Nueva York. Muchas otras personas no pudieron entrar. ¿Para qué se reunieron? Para el estreno en Nueva York del “Foto-Drama de la Creación”. El público se halló ante una gran pantalla de cine. Mientras observaban —y oían— algo realmente sorprendente ocurrió. C. T. Russell, entonces de poco más de sesenta años, apareció en la pantalla. Empezó a mover los labios, ¡y se pudieron escuchar sus palabras! Durante la presentación, transportó a los presentes —por las palabras, las imágenes en color y la música— desde la creación de la Tierra hasta el fin del Reinado Milenario de Cristo. Durante la presentación también vieron (por un proceso de fotografía acelerada) otros espectáculos que los asombraron, como un capullo que se abría y un polluelo que salía del cascarón. Quedaron realmente impresionados.

Hacia el fin de 1914 el “Foto-Drama” se había presentado ante millones de personas en Norteamérica, Europa, Nueva Zelanda y Australia. El “Foto-Drama” fue sin duda un medio eficaz de llegar a las muchedumbres en un período de tiempo relativamente corto.

Entretanto, ¿qué ocurrió en octubre de 1914? Russell y sus colaboradores llevaban décadas proclamando que los Tiempos de los Gentiles concluirían ese año. Se esperaban acontecimientos de importancia. C. T. Russell había criticado a los que habían fijado diversas fechas para la vuelta del Señor, entre ellos William Miller y algunos grupos segundoadventistas. No obstante, desde que comenzó a asociarse con Nelson Barbour, se convenció de que existía una cronología exacta basada en la Biblia, y de que esta indicaba que en 1914 terminarían los Tiempos de los Gentiles.

Al acercarse aquel año significativo, los Estudiantes de la Biblia esperaban acontecimientos importantes, pero no todo lo que esperaban se había expuesto directamente en las Escrituras. ¿Qué sucedería?

[Notas a pie de página]

^ párr. 3 Revista Watch Tower (La Torre del Vigía) del 15 de julio de 1906, página 229.

^ párr. 22 Ni Barbour ni Russell fueron los primeros en explicar que la vuelta del Señor sería una presencia invisible. Mucho antes, sir Isaac Newton (1642-1727) había escrito que Cristo volvería y reinaría “invisible a los mortales”. En 1856, Joseph Seiss, ministro luterano de Filadelfia (Pensilvania), había escrito sobre un segundo advenimiento en dos fases: una pa·rou·sí·a (presencia) invisible, seguida de una manifestación visible. Posteriormente, en 1864, Benjamin Wilson había publicado su versión interlineal griego-inglés Emphatic Diaglott, en la que dio “presencia”, y no “venida”, como traducción de pa·rou·sí·a, hecho que B. W. Keith, colega de Barbour, había llamado a la atención de este y sus colaboradores.

^ párr. 23 En años posteriores se publicó un entendimiento más claro de la cronología bíblica. Véase el capítulo 10: “Aumenta el conocimiento exacto de la verdad”.

^ párr. 31 La expresión “Watch Tower” (La Torre del Vigía) no es exclusiva de los escritos de Russell ni de los testigos de Jehová. En los años cincuenta del siglo XIX, George Storrs publicó un libro titulado The Watch Tower: Or, Man in Death; and the Hope for a Future Life (La torre del vigía: o el hombre al morir; y la esperanza de una vida futura). El nombre también formaba parte del título de varios periódicos religiosos. Se debe a la idea de mantenerse vigilante con respecto a la realización de los propósitos de Dios. (Isa. 21:8, 11, 12; Eze. 3:17; Hab. 2:1.)

^ párr. 55 Estos fueron: tomo II, The Time Is at Hand (El tiempo ha llegado, 1889); tomo III, Thy Kingdom Come (Venga a nos tu Reino, 1891); tomo IV, The Day of Vengeance (El día de venganza, 1897; más tarde llamado The Battle of Armageddon [La batalla de Armagedón]); tomo V, The At-one-ment Between God and Man (La propiciación entre Dios y los hombres, 1899) y el tomo VI, The New Creation (La nueva creación, 1904). Cuando a los tomos de Millennial Dawn se les empezó a llamar Studies in the Scriptures, al tomo I se le designó “Serie I”; al tomo II, “Serie II”, y así sucesivamente. Comenzando en octubre de 1904 se adoptó el nombre Studies in the Scriptures en ediciones limitadas, y ese nuevo nombre se generalizó a partir de 1906.

^ párr. 77 Con el tiempo se compró el edificio colindante, el número 122 de Columbia Heights, lo que amplió el Hogar Betel. Además, en 1911 se añadió otro edificio en la parte posterior del Hogar Betel, y así hubo más viviendas.

^ párr. 81 Aunque antes se había intentado combinar las películas con el sonido, la era del cine sonoro comenzó en agosto de 1926 con el estreno de la película Don Juan (acompañada de música, pero no hablada), a la que siguió en el otoño de 1927 El cantor de jazz (hablada).

[Comentario en la página 51]

‘Llamados a predicar las buenas nuevas’

[Recuadro en la página 44]

“Dejen que ambos crezcan juntos hasta la siega”

¿Qué le ocurrió al cristianismo verdadero después del siglo primero? Mediante una ilustración, Jesús había advertido que el Diablo sembraría “mala hierba” —los cristianos de imitación— entre “el trigo” —los cristianos verdaderos—, “los hijos del reino”. La “mala hierba” y “el trigo” crecerían juntos hasta “la siega”, la “conclusión de un sistema de cosas”. (Mat. 13:24-30, 36-43.) Durante la gran apostasía que se desarrolló después de la muerte de los apóstoles, “la mala hierba” predominó por muchos siglos.

Pero ¿qué hay del “trigo”? ¿A quiénes se contó entre “los hijos del reino” durante la apostasía que duró siglos? No podemos decirlo con seguridad. La creencia general es que la mala hierba literal de la ilustración de Jesús es la cizaña aristada, que se parece mucho al trigo hasta que madura, cuando puede distinguirse fácilmente del trigo por sus pequeñas semillas negras. De igual manera, solo en la época de “la siega” se haría una clara distinción entre los cristianos de imitación y los verdaderos “hijos del reino”. No obstante, Jesús dijo: “Dejen que ambos crezcan juntos hasta la siega”. De modo que el cristianismo verdadero nunca desapareció por completo.

A través de los siglos ha habido siempre personas que amaron la verdad. Algunas de ellas fueron: John Wycliffe (c. 1330-1384) y William Tyndale (c. 1494-1536), que fomentaron la traducción de la Biblia aun a riesgo de su propia vida o su libertad. Wolfgang Fabricius Capito (1478-1541), Martin Cellarius (1499-1564), Johannes Campanus (c. 1500-1575) y Thomas Emlyn (1663-c. 1741), que aceptaron la Biblia como la Palabra de Dios y rechazaron la Trinidad. Henry Grew (1781-1862) y George Storrs (1796-1879), que no solo aceptaron la Biblia y rechazaron la Trinidad, sino que también expresaron agradecimiento por el sacrificio de rescate de Cristo.

Aunque no podemos identificar a ninguna de esas personas como “el trigo” de la ilustración de Jesús, ciertamente “Jehová conoce a los que le pertenecen”. (2 Tim. 2:19.)

[Recuadro en la página 45]

George W. Stetson “Un hombre muy capaz”

C. T. Russell reconoció con agradecimiento la ayuda que le brindó George W. Stetson, de Edinboro (Pensilvania), en su estudio de las Escrituras. Stetson murió el 9 de octubre de 1879, a la edad de 64 años. Al mes siguiente la revista “Watch Tower” publicó un anuncio de su muerte que revelaba el profundo respeto que Russell, entonces de 27 años de edad, sentía por él. “Nuestro hermano era un hombre muy capaz —escribió Russell—, y renunció a excelentes oportunidades de recibir honra mundana y política para poder predicar a Cristo.” La solicitud de Stetson en el lecho de muerte fue que C. T. Russell pronunciara el sermón de su funeral; Russell accedió a su solicitud, y posteriormente informó: “Hubo unas mil doscientas personas en el funeral, lo que da prueba de la gran estima de que disfrutaba nuestro hermano”.—“Watch Tower” de noviembre de 1879.

[Recuadro/Fotografía en la página 46]

George Storrs “Un amigo y un hermano”

C. T. Russell se sintió endeudado con George Storrs, quien era unos 56 años mayor que él. Russell había aprendido mucho de él acerca de la mortalidad del alma. Por eso, cuando Storrs se hallaba gravemente enfermo, a finales de 1879, Russell ofreció imprimir en la revista “Watch Tower” un informe sobre su condición. “La mayoría de nuestros lectores conocen a nuestro hermano —escribió Russell—, quien por largo tiempo ha sido el director de ‘The Bible Examiner’; además, saben que un grave padecimiento le ha obligado a descontinuar la publicación de su periódico.” El parecer de Russell era que Storrs tenía “mucha razón para estar agradecido a Dios por el privilegio de haber tenido una vida tan larga y tan consagrada al Amo”. Storrs murió el 28 de diciembre de 1879, a la edad de 83 años. En el número de febrero de 1880 de la “Watch Tower”, un anuncio sobre su muerte decía: “Lloramos la muerte de un amigo y un hermano en Cristo; sin embargo, ‘no como los que no tienen esperanza’”.

[Fotografía]

George Storrs

[Recuadro/Ilustración en la página 48]

“Dejo la revista ‘Herald’ en sus manos”

En la primavera de 1879, C. T. Russell retiró su apoyo a la revista “Herald of the Morning”, que él y N. H. Barbour habían estado publicando. En una carta a Barbour con fecha del 3 de mayo de 1879, Russell explicó sus motivos: “Ha surgido entre nosotros una diferencia de opinión respecto a la enseñanza de la palabra de nuestro Padre [referente a que el rescate encerrara sustitución], y aunque reconozco la sinceridad y honradez de sus opiniones —cualidades que me impulsan también a mí, pero en apoyo del punto de vista contrario—, tengo que guiarme por mi propio entendimiento de la palabra de nuestro Padre y, por consiguiente, considero que usted está equivocado. [...] Los puntos en que diferimos me parecen tan fundamentales e importantes que el compañerismo y la comprensión plenos que deberían existir entre los editores y directores de un periódico o una revista ya no existen entre nosotros, en vista de lo cual creo que la relación que existe entre nosotros debe cesar”.

En una carta posterior, con fecha del 22 de mayo de 1879, Russell escribió: “Ahora dejo la revista ‘Herald’ en sus manos. Me retiro por completo de ella, sin pedir nada de usted. [...] Sírvase anunciar en el próximo número esta disolución y eliminar mi nombre”. A partir del número de junio de 1879, el nombre de Russell ya no apareció como codirector de la “Herald”.

Barbour siguió publicando la revista “Herald” hasta 1903, cuando, de acuerdo con los archivos bibliotecarios disponibles, dejó de publicarse. Barbour murió pocos años después, en 1906.

[Fotografía]

Nelson H. Barbour

[Recuadro en la página 54]

Por qué se le llamaba pastor

Los colaboradores de Charles Taze Russell lo llamaban el pastor Russell. ¿Por qué? Debido a sus actividades de pastorear el rebaño de Dios. Efesios 4:11 dice que Cristo daría a su congregación algunos hombres como “pastores” (“RV, 1904”). El hermano Russell ciertamente fue un pastor espiritual en la congregación cristiana.

En vista de la obra pastoral que hacía bajo las órdenes del Pastor Principal, Jesucristo, ciertas congregaciones lo reconocieron, por votación, como su pastor. No fue un título que se diera él mismo. El primer grupo que por voto lo eligió como pastor fue la congregación de Pittsburgh (Pensilvania), en 1882. Lo mismo hicieron después otras 500 congregaciones de Estados Unidos y Gran Bretaña.

En aquel tiempo las congregaciones acostumbraban votar todos los años para decidir quién las presidiría. Actualmente las congregaciones locales de los testigos de Jehová no eligen a sus ancianos cristianos, pues estos reciben su nombramiento del Cuerpo Gobernante de los Testigos de Jehová. También se tiene cuidado de no emplear expresiones como “pastor” o “anciano” a modo de títulos.

[Recuadro/Fotografías en las páginas 56 y 57]

El “Foto-Drama de la Creación”

El “Foto-Drama de la Creación” combinaba películas cinematográficas y una presentación de diapositivas, y tenía sonido sincronizado. Aquella impresionante presentación llevaba al auditorio desde la época de la creación hasta el fin del Milenio.

Se prepararon por lo menos veinte juegos de cuatro partes cada uno, lo que permitía que cada día se exhibiera una de las partes del “Foto-Drama” en 80 diferentes ciudades. Cumplir con aquellos 80 compromisos era un verdadero desafío. Los horarios de los trenes no siempre resultaban convenientes. A veces las congregaciones no lograban alquilar un local para tener la exhibición en la fecha deseada. A pesar de todo, para el fin de 1914 más de 9.000.000 de personas habían visto el “Foto-Drama” en Norteamérica, Europa y Australia.

[Fotografías]

Guión del “Foto-Drama”, con los discursos y muchas ilustraciones

Teatros que se usaron todo el tiempo para exhibir el “Foto-Drama”

Chicago

Nueva York

Proyector cinematográfico

Proyector de diapositivas

Discos fonográficos

Diapositivas del “Foto-Drama”

Folleto publicitario

[Recuadro en la página 60]

“¡Tengan cuidado con 1914!”

Cuando estalló la I Guerra Mundial, en 1914, “The World” —en aquel entonces el principal periódico de la ciudad de Nueva York— declaró en la revista que salía como suplemento: “El tremendo estallido bélico acaecido en Europa ha cumplido una profecía extraordinaria. [...] ‘¡Tengan cuidado con 1914!’, ha sido el lema de los centenares de evangelizadores itinerantes, quienes, en representación de este extraño credo [asociado con Russell], han viajado por todo el país proclamando la doctrina de que ‘el Reino de Dios se ha acercado’”. —“The World Magazine” del 30 de agosto de 1914.

[Fotografía en la página 42]

Charles Taze Russell

[Fotografía en la página 43]

Joseph L. Russell, el padre de Charles, fue miembro de la clase de estudios bíblicos de Allegheny y colaboró estrechamente con su hijo en las actividades de la Sociedad Watch Tower hasta su muerte, en 1897

[Fotografía en la página 50]

Los Estudiantes de la Biblia distribuyeron decenas de millones de tratados que desenmascaraban el error religioso, explicaban las verdades bíblicas y proclamaban la importancia del año 1914

[Fotografía en la página 52]

C. T. Russell escribió seis tomos de “La Aurora del Milenio” (de 1886 a 1904), así como tratados, folletos y artículos para la revista “Watch Tower” por un período de unos treinta y siete años

[Fotografía en la página 53]

Cuando daba discursos públicos, el hermano Russell no usaba notas, y estaba en constante movimiento, haciendo ademanes y caminando de un lado a otro de la plataforma

[Fotografía en la página 58]

Se calculó que en un año los sermones de Russell llegaron a 15.000.000 de lectores mediante unos 2.000 periódicos