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¿Por qué no acabo con todo de una vez?

¿Por qué no acabo con todo de una vez?

CAPÍTULO 14

¿Por qué no acabo con todo de una vez?

“PREFIERO morir a seguir viviendo.” ¿Quién pronunció estas palabras? ¿Alguien que no creía en Dios? No. ¿Alguien que había dejado a Dios, o alguien a quien Dios había dejado? Tampoco. Las dijo el fiel profeta Jonás en un momento de dolor y frustración (Jonás 4:3, Biblia de América).

La Biblia no indica que Jonás estuviera a punto de suicidarse. Pero sus desesperadas palabras destacan un importante hecho: que hasta los siervos de Dios pueden sentirse profundamente angustiados (Salmo 34:19).

Abrumados por el sufrimiento, muchos jóvenes llegan a creer que no tienen motivos para seguir viviendo. Pueden sentirse como Laura, una joven de 16 años, que dice: “Llevo tantos años entrando y saliendo de la depresión, que a veces pienso que lo mejor sería poner fin a mi vida”. ¿Conoces a alguien que haya dicho algo parecido? ¿Quizás tú mismo? Tal vez quieras saber qué hacer para combatir esos pensamientos. Antes que nada, analicemos qué los causa.

Por qué se llega a ese punto

Hay diversas razones por las que alguien querría quitarse la vida. Para empezar, vivimos en “tiempos críticos, difíciles de manejar”, que ejercen mucha presión en los jóvenes (2 Timoteo 3:1). Además, muchos sienten que no valen nada debido a los errores que han cometido y que nada en este mundo merece la pena (Romanos 7:22-24). A veces sucede que han sido víctimas de alguna clase de maltrato o abuso. Otros incluso piensan en suicidarse a causa de un trastorno emocional o de otro tipo. Es interesante el dato de que, en cierto país, más del noventa por ciento de las personas que se suicidaron padecían una enfermedad mental. *

Nadie es inmune a las desgracias. Según Romanos 8:22, “toda la creación sigue gimiendo juntamente y estando en dolor”. Y los jóvenes no son la excepción. A algunos les han afectado muchísimo situaciones como las siguientes:

La muerte de un familiar o de un amigo, o en algunos casos, de una mascota

Los problemas en casa

Los problemas en la escuela

Un desengaño amoroso

Ser víctima de algún abuso (físico, sexual o de otro tipo)

Tarde o temprano, casi todos los jóvenes se enfrentan a alguna de estas situaciones. La pregunta que surge es por qué algunos son capaces de salir adelante, y otros no. Según los expertos, los jóvenes que se dan por vencidos y acaban suicidándose son quienes piensan que, por más que se esfuercen, no lograrán solucionar nada. En realidad, no quieren morir, sino ponerle fin a su sufrimiento.

¿No hay otra salida?

Tal vez conozcas a alguien que, cansado de tanto sufrir, haya expresado su deseo de quitarse la vida. ¿Puedes hacer tú algo para impedirlo?

Si es un amigo tuyo el que quiere poner fin a todo, anímalo a buscar ayuda de inmediato. Y sin importar lo que él te diga, cuéntaselo a un adulto que pueda hacer algo al respecto. Olvídate de si eso arruinará la amistad o no: la vida de tu amigo está en juego.

Pero ¿y si eres tú el que quiere suicidarse? No calles lo que sientes. Habla cuanto antes con uno de tus padres, un amigo u otra persona, alguien que se preocupe por ti, que esté dispuesto a escucharte y que te tome en serio. No perderás nada por hablar de tus problemas. Al contrario, tienes mucho que ganar. *

Está claro que hablar de tus preocupaciones con alguien de confianza no las hará desaparecer. Sin embargo, tener la opinión de otra persona te ayudará a ser más objetivo. Incluso puede que te dé ideas prácticas para resolver algunos aspectos del problema.

La tormenta pasará

Algo que te ayudará cuando creas que ya no aguantas más es recordar que, por muy negras que te parezcan las perspectivas, ningún problema dura eternamente. Alguien que sufrió muchas desgracias fue el salmista David. Aun así, fíjate lo que le dijo en cierta ocasión a Dios: “Has cambiado mi duelo en danza para mí” (Salmo 30:11).

Obviamente, David no esperaba que esa alegría durara para siempre, pues la experiencia le había enseñado que en la vida los problemas van y vienen. ¿Has notado tú lo mismo? Es cierto que algunas situaciones pueden parecer insoportables. Pero si eres paciente, verás que con el tiempo las cosas cambian y, por lo general, para mejor. A veces mejorarán de formas que nunca habrías esperado. Otras veces descubrirás nuevos modos de enfrentarte a los problemas. En cualquier caso, ten por seguro que esa situación que tanto te angustia no durará para siempre (2 Corintios 4:17).

El valor de la oración

Sin duda alguna, nada te ayudará tanto como comunicarte con Dios mediante la oración. Puedes pedirle lo mismo que David: “Escudríñame completamente, oh Dios, y conoce mi corazón. Examíname, y conoce mis pensamientos inquietantes, y ve si hay en mí algún camino doloroso, y guíame en el camino de tiempo indefinido” (Salmo 139:23, 24).

Recuerda que la oración es más que una simple forma de desahogarte. Es el medio que tienes para comunicarte con tu Padre celestial y abrirle tu corazón, como él tanto desea (Salmo 62:8). Así pues, no olvides lo siguiente:

Jehová sabe qué circunstancias te angustian (Salmo 103:14).

Te conoce mejor que tú mismo (1 Juan 3:20).

Se interesa por ti (1 Pedro 5:7).

Promete eliminar en el futuro todo lo que te hace llorar (Revelación [Apocalipsis] 21:4).

Cuando la causa es un problema de salud

Ya dijimos que los sentimientos suicidas a veces pueden ser consecuencia de algún tipo de enfermedad. Si crees que ese es tu caso, no temas pedir ayuda. El propio Jesús recomendó que los que lo necesitaran fueran al médico (Mateo 9:12). Hay tratamiento para muchas de estas enfermedades y, si lo sigues, puedes llegar a sentirte mucho mejor. *

También te animará saber que, en el nuevo mundo de Dios, nadie estará enfermo (Isaías 33:24). Jehová promete que “las cosas anteriores no serán recordadas, ni subirán al corazón” (Isaías 65:17). Mientras tanto, haz lo que puedas para enfrentarte a los retos que se te presenten sabiendo que, cuando llegue el momento, él acabará con la depresión de una vez por todas (Revelación 21:1-4).

HALLARÁS MÁS INFORMACIÓN EN EL CAPÍTULO 9 DEL SEGUNDO VOLUMEN

EN EL SIGUIENTE CAPÍTULO

Tus padres quieren conocer hasta el más mínimo detalle de tu vida, cosas que tú quieres guardarte para ti mismo. ¿Crees posible conseguir cierto grado de privacidad?

[Notas]

^ párr. 7 Hay que aclarar, no obstante, que la mayoría de los jóvenes que tienen una enfermedad mental no se suicidan.

^ párr. 18 Los cristianos en esta situación también pueden acudir a los ancianos de la congregación (Santiago 5:14, 15).

^ párr. 31 Encontrarás más información en el capítulo 13 de este libro.

TEXTO BÍBLICO CLAVE

“Dense a conocer sus peticiones a Dios; y la paz de Dios que supera a todo pensamiento guardará sus corazones y sus facultades mentales.” (Filipenses 4:6, 7)

UNA SUGERENCIA

Cuando tengas el ánimo por el suelo, vete a dar una buena caminata. El ejercicio y el aire libre te calmarán y te harán sentir mejor.

¿SABÍAS ESTO?

Las víctimas del suicidio no son únicamente quienes se quitan la vida. También lo son los seres queridos que dejan atrás.

¡MANOS A LA OBRA!

Cuando sienta que no valgo nada o que nadie me quiere, se lo contaré a: ․․․․․

En mi vida hay muchas cosas por las que puedo estar agradecido. Por ejemplo: ․․․․․

¿Qué quiero preguntarle a mi padre o a mi madre sobre este tema? ․․․․․

Y TÚ, ¿QUÉ PIENSAS?

● ¿Cómo te beneficiará recordar que hasta los problemas más graves no son eternos?

● ¿Por qué puede decirse que el suicidio no soluciona los problemas de la persona, sino que se los pasa a otra?

[Comentario de la página 104]

“Hubo veces en que mi depresión era tan fuerte que solo deseaba morir. Pero gracias a la oración y al tratamiento médico, he recuperado el control de mi vida.” (Heidi)

[Recuadro de la página 100]

cuando te sientas abrumado

Algunos hombres y mujeres fieles del pasado se sintieron igual de angustiados que tú en algún momento de su vida.

Rebeca: “Si es de esta manera, ¿exactamente por qué estoy viva?” (Génesis 25:22).

Moisés: “Por favor, mátame y acábame del todo, [...] y no mire yo mi calamidad” (Números 11:15).

Elías: “Oh Jehová, quítame el alma, porque no soy mejor que mis antepasados” (1 Reyes 19:4).

Job: “¡Oh que en el Seol me ocultaras, [...] que me fijaras un límite de tiempo y te acordaras de mí!” (Job 14:13).

En todos los casos, su situación mejoró, a veces de maneras que nunca habrían podido imaginar. Así que, ¡ánimo! Lo mismo puede sucederte a ti.

[Ilustración de la página 102]

El dolor y la angustia, al igual que una tormenta, no duran eternamente