Hechos de los Apóstoles 6:1-15

6  Ahora bien, durante esos días, cuando estaba aumentando el número de discípulos, los judíos de habla griega empezaron a quejarse de los judíos de habla hebrea, porque se estaba pasando por alto a sus viudas en el reparto diario de comida.+  Así que los Doce reunieron a todos los discípulos y les dijeron: “No está bien que nosotros dejemos la palabra de Dios para repartir alimento entre las mesas.+  Por eso, hermanos, elijan de entre ustedes a siete hombres de buena reputación+ que estén llenos de espíritu y sabiduría+ para que los pongamos a cargo de esta tarea necesaria.+  Pero nosotros nos dedicaremos a la oración y al ministerio relacionado con la palabra”.+  A todos los discípulos les pareció bien lo que dijeron. De modo que eligieron a Esteban —un hombre lleno de fe y espíritu santo—,+ así como a Felipe,+ a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas y a Nicolás, un prosélito de Antioquía.  Luego los llevaron ante los apóstoles y, después de orar, ellos les impusieron las manos.+  Como resultado, la palabra de Dios siguió extendiéndose,+ y el número de discípulos siguió aumentando muchísimo+ en Jerusalén. Y un gran grupo de sacerdotes empezaron a aceptar la fe.+  Pues bien, Esteban, lleno de favor divino y de poder, realizaba grandes milagros* y cosas impresionantes entre el pueblo.  Pero unos hombres de la llamada Sinagoga de los Libertos, así como algunos cireneos y alejandrinos, y algunos de Cilicia y Asia, fueron a discutir con Esteban. 10  Sin embargo, no eran capaces de hacer frente a la sabiduría y el espíritu con los que él hablaba.+ 11  Entonces convencieron en secreto a unos hombres para que dijeran: “Lo hemos oído decir blasfemias contra Moisés y contra Dios”.+ 12  De este modo alborotaron al pueblo, a los ancianos y a los escribas. Y de repente llegaron adonde él estaba, lo agarraron a la fuerza y lo llevaron al Sanedrín. 13  Allí presentaron testigos falsos que dijeron: “Este hombre no deja de hablar contra este lugar santo y contra la Ley.+ 14  Por ejemplo, lo hemos oído decir que este Jesús el Nazareno derribará este lugar+ y cambiará las costumbres que Moisés nos transmitió”. 15  Y todos los que estaban sentados en el Sanedrín lo miraron y vieron que su cara parecía la de un ángel.

Notas

Lit. “señales”.

Notas de estudio

los judíos de habla griega. Lit. “los helenistas”. Es muy posible que estos judíos se comunicaran en griego y no en hebreo. Probablemente habían viajado a Jerusalén desde varias partes del Imperio romano. En Hch 6:1, el término se aplica a cristianos. Pero aquí, en Hch 9:29, el contexto muestra que estos judíos de habla griega no eran discípulos de Cristo. La inscripción de Teódoto, descubierta en la colina de Ofel, en Jerusalén, prueba que muchos judíos de habla griega viajaban a esta ciudad. Ver la nota de estudio de Hch 6:1.

los judíos de habla griega. Lit. “los helenistas”. La palabra griega Hellēnistḗs no se encuentra en la literatura griega ni en la literatura judía helenística de aquel tiempo, pero la traducción “judíos de habla griega” tiene el apoyo del contexto y de muchos diccionarios. En ese tiempo, todos los discípulos cristianos de Jerusalén, incluidos los que hablaban griego, o bien eran de origen judío, o bien eran prosélitos, es decir, no judíos convertidos al judaísmo (Hch 10:28, 35, 44-48). El término que se traduce como “judíos de habla griega” se usa en contraste con el que se traduce como “judíos de habla hebrea” (lit. “hebreos”; una forma en plural de la palabra griega Ebráios). Por lo tanto, “los helenistas” eran judíos que hablaban griego entre ellos y que habían viajado a Jerusalén desde varias partes del Imperio romano, tal vez incluso desde la Decápolis. A diferencia de ellos, la mayoría de los judíos de habla hebrea eran probablemente de Judea o de Galilea. Es probable que hubiera algunas diferencias culturales entre estos dos grupos de cristianos. Ver la nota de estudio de Hch 9:29.

los judíos de habla hebrea. Lit. “los hebreos”. La palabra griega Ebráios (en singular) se refiere en general a un israelita, un hebreo (2Co 11:22; Flp 3:5). Sin embargo, en este contexto, se refiere a los cristianos judíos de habla hebrea en contraste con los cristianos judíos de habla griega. Ver la nota de estudio de los judíos de habla griega en este versículo y la nota de estudio de Jn 5:2.

en el reparto diario de comida. O “en el servicio diario”, “en el ministerio diario”. La palabra griega diakonía, que con frecuencia se traduce como “ministerio”, se emplea aquí para referirse a un aspecto en particular del ministerio: cuidar en sentido material de los hermanos y las hermanas de la congregación que lo necesitan. Ver la nota de estudio de Hch 6:2, donde el verbo relacionado diakonéō se traduce como “repartir alimento”. Ver también la nota de estudio de Lu 8:3.

para atenderlos. O “para contribuir al sustento de ellos”. La palabra griega diakonéō puede referirse a atender el bienestar físico de otras personas obteniendo, cocinando y sirviendo alimentos, y así por el estilo. De manera parecida, en Lu 10:40; 12:37; 17:8 y Hch 6:2 se usa con el sentido de ‘preparar todo’, ‘servir’ o ‘repartir alimento’, aunque también puede referirse a otras tareas de carácter personal. En este caso se explica que las mujeres mencionadas en los versículos 2 y 3 apoyaban a Jesús y sus discípulos para que pudieran cumplir con la asignación que les había dado Dios. Así ellas glorificaron a Jehová, quien mostró cuánto agradecía su bondad y generosidad al hacer que sus acciones quedaran registradas en la Biblia para las generaciones futuras (Pr 19:17; Heb 6:10). Se usa el mismo término griego en relación con las mujeres que se mencionan en Mt 27:55; Mr 15:41. Ver la nota de estudio de Lu 22:26, donde se analiza el uso del sustantivo diákonos.

para repartir alimento. O “para ministrar”, “para servir”. Aquí la palabra griega diakonéō se refiere a un aspecto del ministerio que abarca cuidar en sentido material de los hermanos de la congregación que lo necesitan y lo merecen. Ver la nota de estudio de Hch 6:1, donde el sustantivo relacionado diakonía se traduce como “reparto de comida”. Ver también la nota de estudio de Lu 8:3.

hebreo. En las Escrituras Griegas Cristianas, los escritores bíblicos inspirados llaman “hebreo” al idioma que hablaban los judíos (Jn 19:13, 17, 20; Hch 21:40; 22:2; Ap 9:11; 16:16) y al idioma que usó Jesús ya resucitado y glorificado cuando habló con Saulo de Tarso (Hch 26:14, 15). Y en Hch 6:1 se distingue entre “los judíos de habla hebrea” y “los judíos de habla griega”. Aunque algunos expertos afirman que en estos casos debería decir “arameo”, hay buenas razones para creer que está bien decir “hebreo”. Por ejemplo, en Hch 21:40 y 22:2, donde el médico Lucas dice que Pablo le habló a la gente de Jerusalén “en hebreo”, Pablo se estaba dirigiendo a personas centradas en estudiar la Ley de Moisés en hebreo. Además, la mayoría de los fragmentos y manuscritos que componen los Rollos del mar Muerto, tanto textos bíblicos como no bíblicos, están escritos en hebreo. Esto indica que era un idioma de uso diario. También se han encontrado fragmentos en arameo, aunque en mucho menor número, lo que indica que se usaban los dos idiomas. Así que parece muy poco probable que los escritores bíblicos dijeran “hebreo” si en realidad se estaban refiriendo al idioma siriaco o arameo. Las Escrituras Hebreas ya distinguían entre el “arameo” y “el idioma de los judíos” (2Re 18:26). Y Josefo, historiador judío del siglo primero, hablando de este pasaje de la Biblia, menciona el arameo y el hebreo como dos lenguas diferentes (Antigüedades judías [trad. José Vara Donado], libro X, sec. 5). Es cierto que el arameo y el hebreo tienen algunos términos parecidos y es posible que el hebreo haya adoptado algunos términos del arameo. Aun así, no parece haber razones para que los escritores de las Escrituras Griegas Cristianas dijeran “hebreo” si en realidad querían decir “arameo”.

en el reparto diario de comida. O “en el servicio diario”, “en el ministerio diario”. La palabra griega diakonía, que con frecuencia se traduce como “ministerio”, se emplea aquí para referirse a un aspecto en particular del ministerio: cuidar en sentido material de los hermanos y las hermanas de la congregación que lo necesitan. Ver la nota de estudio de Hch 6:2, donde el verbo relacionado diakonéō se traduce como “repartir alimento”. Ver también la nota de estudio de Lu 8:3.

para atenderlos. O “para contribuir al sustento de ellos”. La palabra griega diakonéō puede referirse a atender el bienestar físico de otras personas obteniendo, cocinando y sirviendo alimentos, y así por el estilo. De manera parecida, en Lu 10:40; 12:37; 17:8 y Hch 6:2 se usa con el sentido de ‘preparar todo’, ‘servir’ o ‘repartir alimento’, aunque también puede referirse a otras tareas de carácter personal. En este caso se explica que las mujeres mencionadas en los versículos 2 y 3 apoyaban a Jesús y sus discípulos para que pudieran cumplir con la asignación que les había dado Dios. Así ellas glorificaron a Jehová, quien mostró cuánto agradecía su bondad y generosidad al hacer que sus acciones quedaran registradas en la Biblia para las generaciones futuras (Pr 19:17; Heb 6:10). Se usa el mismo término griego en relación con las mujeres que se mencionan en Mt 27:55; Mr 15:41. Ver la nota de estudio de Lu 22:26, donde se analiza el uso del sustantivo diákonos.

No está bien. Lit. “No es grato”. Ni a Dios ni a los apóstoles les habría agradado descuidar el “ministerio relacionado con la palabra” de Dios (Hch 6:4).

para repartir alimento. O “para ministrar”, “para servir”. Aquí la palabra griega diakonéō se refiere a un aspecto del ministerio que abarca cuidar en sentido material de los hermanos de la congregación que lo necesitan y lo merecen. Ver la nota de estudio de Hch 6:1, donde el sustantivo relacionado diakonía se traduce como “reparto de comida”. Ver también la nota de estudio de Lu 8:3.

hombres de buena reputación. O “varones de quienes se tengan buenos informes”. Aquí se emplea la forma pasiva del verbo griego martyréō (“dar testimonio”). Hacían falta hombres capaces, pues probablemente su labor no solo iba a implicar servir comidas, sino también manejar dinero, comprar provisiones y llevar buenos registros. Se dice que estos hombres estaban “llenos de espíritu y sabiduría”, lo que muestra que se dejaban guiar por el espíritu de Dios y la sabiduría divina en sus vidas. En ese momento la situación era delicada, porque ya existían dificultades y diferencias en la congregación. De modo que se necesitaban hombres de experiencia que tuvieran buen juicio, prudencia y entendimiento. Uno de ellos fue Esteban. Su defensa ante el Sanedrín demostró que tenía esas cualidades (Hch 7:2-53).

al ministerio relacionado con la palabra. La palabra griega que en este versículo se traduce como “ministerio” (diakonía) se emplea también en el versículo 1, donde se traduce como “reparto de comida”. Por lo tanto, es obvio que en este relato se habla de dos tipos de ministerio: el reparto imparcial de alimento a los necesitados y el suministro de alimento espiritual procedente de la Palabra de Dios. Los apóstoles se dieron cuenta de que no sería apropiado envolverse en repartir alimento físico en vez de concentrarse en su principal ministerio: darle a la congregación alimento espiritual dedicándose a la oración, al estudio, a la investigación, a la enseñanza y al pastoreo. Es verdad, sabían que atender a las viudas pobres de la congregación era una parte importante del ministerio cristiano. De hecho, más adelante, Santiago escribió por inspiración divina que los que deseaban adorar a Dios de la manera correcta debían “cuidar de los huérfanos y de las viudas en sus dificultades” (Snt 1:27). Aun así, los apóstoles se daban cuenta de que la prioridad era atender las necesidades espirituales de todos los discípulos, incluidas las viudas.

Antioquía de Pisidia. Ciudad de la provincia romana de Galacia. Estaba situada en la frontera de las regiones de Frigia y Pisidia, de modo que en diferentes momentos de la historia formó parte de una o de otra de las dos regiones. Sus ruinas están cerca de Yalvaç, en la actual Turquía. Se menciona a Antioquía de Pisidia aquí y en Hch 14:19, 21. El viaje desde Perga, una ciudad cercana a la costa mediterránea, hasta Antioquía de Pisidia era difícil. Esta ciudad estaba a unos 1.100 m (3.600 ft) por encima del nivel del mar (ver apén. B13), y había muchos ladrones que asaltaban a los viajeros en los peligrosos caminos entre montañas. No hay que confundir “Antioquía de Pisidia” con Antioquía de Siria (Hch 6:5; 11:19; 13:1; 14:26; 15:22; 18:22). De hecho, la mayoría de las veces que se habla de Antioquía en el libro de Hechos se refiere a Antioquía de Siria, y no a Antioquía de Pisidia.

por dirección divina, [...] se les llamó. La mayoría de las Biblias sencillamente dicen “se les llamó”. Sin embargo, en este caso no se usan los términos griegos habituales para “llamar” (Mt 1:16; 2:23; Mr 11:17; Lu 1:32, 60; Hch 1:12, 19). Aquí se emplea el verbo khrēmatízō. Este verbo aparece nueve veces en las Escrituras Griegas Cristianas (Mt 2:12, 22; Lu 2:26; Hch 10:22; 11:26; Ro 7:3; Heb 8:5; 11:7; 12:25) y, en la mayoría de estos versículos, está claramente relacionado con cosas que vienen de Dios, es decir, que tienen un origen divino. En Hch 10:22, por ejemplo, este verbo aparece junto a la expresión “mediante un santo ángel”. En Mt 2:12, 22 tiene que ver con sueños inspirados por Dios. El sustantivo relacionado khrēmatismós aparece en Ro 11:4, y la mayoría de los léxicos y las Biblias lo traducen como “declaración divina”, “respuesta divina”, “respuesta de Dios”, “voz divina” o “revelación divina”. Es posible que Jehová hiciera que Saulo y Bernabé usaran el nombre cristianos. Algunos opinan que tal vez fueron los gentiles de Antioquía los que les pusieron ese nombre para burlarse de ellos o despreciarlos. Sin embargo, el uso del verbo griego khrēmatízō indica claramente que fue Dios el responsable de ese nombre. Además, los judíos habían negado que Jesús fuera el Mesías o Cristo. Así que es poco probable que llamaran a sus discípulos “cristianos” (del griego) o “mesianistas” (del hebreo). Habría sido como reconocer que Jesús era el Ungido o Cristo.

cristianos. El término griego khristianós significa ‘seguidor de Cristo’ y aparece solo tres veces en las Escrituras Griegas Cristianas (Hch 11:26; 26:28; 1Pe 4:16). Viene del griego Khristós, que se traduce como “Cristo” y significa ‘ungido’. Los cristianos siguen el ejemplo y las enseñanzas de Jesús, “el Cristo”, o el ungido de Jehová (Lu 2:26; 4:18). El nombre “cristianos” fue dado “por dirección divina”, posiblemente ya en el año 44 de nuestra era, cuando ocurrieron los sucesos mencionados en este versículo. Al parecer, tuvo muy buena acogida, porque, cuando Pablo se presentó ante el rey Herodes Agripa II, hacia el año 58, el rey ya sabía quiénes eran los cristianos (Hch 26:28). El historiador Tácito da a entender que, alrededor del año 64, la gente común de Roma ya usaba ese nombre. Y, cuando Pedro escribió su primera carta entre los años 62 y 64, la dirigió a los cristianos esparcidos por todo el Imperio romano. Así que parece que para entonces el nombre “cristianos” ya estaba muy extendido y tenía su significado característico y específico (1Pe 1:1, 2; 4:16). Gracias a este nombre de origen divino, ya no se podía confundir a los discípulos de Jesús con una secta del judaísmo.

a Esteban [...], así como a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas y a Nicolás. Todos estos nombres eran griegos, lo que parece sugerir que, de todos los hombres capaces que había en la congregación de Jerusalén, los apóstoles eligieron a prosélitos o a judíos de habla griega. Sin embargo, de estos siete, solo de Nicolás se dice que era “un prosélito de Antioquía”, lo que da a entender que quizá era el único del grupo que no era judío de nacimiento. Los nombres griegos de los otros eran comunes incluso entre judíos de nacimiento. Sea como sea, parece que los apóstoles, en su función de cuerpo gobernante, escogieron a estos hombres en particular por consideración a los sentimientos de los judíos de habla griega (Hch 6:1-6).

Antioquía. Esta es la primera vez que se menciona en la Biblia el nombre de esta ciudad. Quedaba a unos 500 km (300 mi) al norte de Jerusalén, y llegó a ser la capital de la provincia romana de Siria en el año 64 antes de nuestra era. Para el siglo primero de nuestra era, ya era la tercera ciudad más grande del Imperio romano, después de Roma y Alejandría. Antioquía llegó a ser admirada por su gran influencia política, comercial y cultural, pero también tenía la mala reputación de ser un centro de corrupción moral. Se dice que el gran número de judíos que había en Antioquía hicieron muchos prosélitos entre los habitantes de habla griega. Nicolás fue uno de estos prosélitos, y más tarde se convirtió al cristianismo. Bernabé y el apóstol Pablo pasaron un año enseñando en esta ciudad, y Pablo la utilizó como la base de sus viajes misioneros. Fue en Antioquía donde, “por dirección divina, a los discípulos se les llamó cristianos por primera vez” (ver las notas de estudio de Hch 11:26). Esta Antioquía no debe confundirse con la Antioquía de Pisidia, que se menciona en Hch 13:14. Ver la nota de estudio de Hch 13:14 y el apén. B13.

ellos les impusieron las manos. En las Escrituras Hebreas, imponer las manos sobre una persona o un animal podía tener varios significados (Gé 48:14; Le 16:21; 24:14). En el caso de una persona, por lo común este gesto indicaba que se le daba un reconocimiento especial o se la nombraba para un propósito particular (Nú 8:10). Por ejemplo, Moisés impuso las manos sobre Josué como una forma de demostrar que lo reconocía como su sucesor. En consecuencia, Josué llegó a estar “lleno del espíritu de sabiduría” y así pudo dirigir de forma apropiada a la nación de Israel (Dt 34:9). En este relato de Hch 6:6, los apóstoles les impusieron las manos a los hombres que nombraron para ciertos puestos de responsabilidad. Lo hicieron solo “después de orar” sobre el asunto, con lo que mostraron que querían la guía de Dios. Más adelante, los ancianos de una congregación le impusieron las manos a Timoteo a fin de nombrarlo para servir de una manera especial (1Ti 4:14). Timoteo a su vez fue autorizado para nombrar a otros imponiéndoles las manos, pero solo después de analizar con cuidado si llenaban los requisitos (1Ti 5:22).

cosas impresionantes. O “portentos presagiosos”. Ver la nota de estudio de Hch 2:19.

cosas impresionantes. O “portentos presagiosos”. En las Escrituras Griegas Cristianas, la palabra griega téras suele usarse junto con la palabra sēméion (“milagro”, “señal”), ambas en su forma plural (Mt 24:24; Jn 4:48; Hch 7:36; 14:3; 15:12; 2Co 12:12). En esencia, téras se refiere a cualquier cosa que asombra o impresiona. Cuando queda claro que este término se refiere a algo que presagia lo que ocurrirá en el futuro, la nota de estudio presentará la traducción alternativa “portento presagioso”.

Sinagoga de los Libertos. Durante el dominio romano, un liberto era una persona que había sido liberada de la esclavitud. Se ha dicho que los que pertenecían a esta sinagoga eran judíos que habían sido tomados cautivos por los romanos y que luego habían sido liberados. Otra idea es que se trataba de esclavos liberados que se habían hecho prosélitos judíos.

ancianos. Lit. “hombres mayores”. Aunque el término griego presbýteros a veces alude a la edad biológica (por ejemplo, en Lu 15:25; Hch 2:17), no se limita a las personas mayores. En la Biblia, este término se refiere principalmente a los que ocupan un puesto de autoridad y responsabilidad en una comunidad o en una nación. En este caso se refiere a los líderes de la nación judía que con frecuencia se mencionan junto con los sacerdotes principales y los escribas. El Sanedrín estaba compuesto de hombres de estos tres grupos (Mt 21:23; 26:3, 47, 57; 27:1, 41; 28:12). Ver glosario, anciano.

ancianos. Ver la nota de estudio de Mt 16:21.

el Nazareno. El término nazareno se convirtió en un calificativo que se usó para referirse a Jesús y, con el tiempo, a sus discípulos (Hch 24:5). En vista de que muchos judíos tenían el nombre de Jesús, era normal añadir otro término para distinguirlos. En tiempos bíblicos era común asociar a las personas con sus lugares de procedencia (2Sa 3:2, 3; 17:27; 23:25-39; Na 1:1; Hch 13:1; 21:29). Jesús vivió la mayor parte de los primeros años de su vida en la ciudad de Nazaret, en Galilea, así que era natural que usaran el término nazareno para referirse a él. Personas de toda clase y en distintos lugares lo llamaron así (Mr 1:23, 24; 10:46, 47; 14:66-69; 16:5, 6; Lu 24:13-19; Jn 18:1-7), y él mismo aceptó y usó ese nombre (Jn 18:5-8; Hch 22:6-8). En el letrero que Pilato colocó sobre el madero de tormento, él escribió en hebreo, latín y griego: “Jesús el Nazareno, el rey de los judíos” (Jn 19:19, 20). Del Pentecostés del año 33 en adelante, los apóstoles y otras personas a menudo hablaron de Jesús como el Nazareno o especificaron que era de Nazaret (Hch 2:22; 3:6; 4:10; 6:14; 10:38; 26:9). Ver también la nota de estudio de Mt 2:23.

el Nazareno. Ver la nota de estudio de Mr 10:47.

su cara parecía la de un ángel. Tanto el término hebreo como el griego que se traducen como “ángel” significan ‘mensajero’ (ver la nota de estudio de Jn 1:51). Como los ángeles llevan mensajes de Dios, no tienen miedo y están tranquilos, pues confían en que tienen el apoyo divino. De forma parecida, la expresión facial de Esteban era como la de un mensajero de Dios. No reflejaba ningún sentimiento de culpa. Al contrario, él estaba sereno y su rostro mostraba que confiaba en el apoyo de Jehová, “el Dios de la gloria” (Hch 7:2).

ángeles. O “mensajeros”. La palabra griega ágguelos y su equivalente hebrea malʼákh aparecen casi 400 veces en la Biblia. Ambas palabras tienen el significado básico de ‘mensajero’. Se traducen como “ángeles” cuando se refieren a mensajeros espirituales, y como “mensajeros” cuando no hay duda de que se refieren a seres humanos. El contexto suele dejar claro si se trata de ángeles o de seres humanos. Pero, si ambas opciones son posibles, con frecuencia se añade la otra opción en una nota a pie de página (Gé 16:7; 32:3; Job 4:18, nota; 33:23, nota; Ec 5:6, nota; Is 63:9, nota; Mt 1:20; Snt 2:25; Ap 22:8; ver glosario). En el libro de Apocalipsis, que está lleno de símbolos, hay ciertas referencias a ángeles que pueden aplicarse a seres humanos (Ap 2:1, 8, 12, 18; 3:1, 7, 14).

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Inscripción de Teódoto para judíos de habla griega
Inscripción de Teódoto para judíos de habla griega

Aquí se ve lo que se conoce como inscripción de Teódoto. Está grabada en una losa de piedra caliza de 72 cm (28 in) de largo y 42 cm (17 in) de ancho. Se descubrió a principios del siglo veinte en la colina de Ofel, en Jerusalén. El texto está escrito en griego y habla de Teódoto, un sacerdote que había “construido la sinagoga para leer la Ley y enseñar los mandamientos”. Se calcula que la inscripción es de antes de la destrucción de Jerusalén en el año 70 de nuestra era, lo que confirma que había judíos de habla griega en Jerusalén durante el siglo primero (Hch 6:1). Algunos creen que la sinagoga que menciona es “la llamada Sinagoga de los Libertos” (Hch 6:9). La inscripción también dice que Teódoto era, al igual que su padre y su abuelo, arkhisynágōgos (“presidente de la sinagoga”), título que aparece varias veces en las Escrituras Griegas Cristianas (Mr 5:35; Lu 8:49; Hch 13:15; 18:8, 17). Además, explica que Teódoto construyó habitaciones para alojar a los que iban de visita desde el extranjero. Es probable que este alojamiento fuera para judíos que visitaban Jerusalén, sobre todo para las fiestas anuales (Hch 2:5).

Antioquía de Siria
Antioquía de Siria

En esta fotografía se ve la ciudad de Antioquía o Antakya, en la Turquía moderna. Se encuentra en la ubicación de la antigua ciudad de Antioquía, capital de la provincia romana de Siria. Se dice que, en el siglo primero de nuestra era, Antioquía de Siria era la tercera ciudad más grande del mundo romano, después de Roma y Alejandría. Algunos calculan que su población era de 250.000 personas o más. Después que Esteban fue asesinado por una chusma en Jerusalén y estalló la persecución contra los discípulos de Jesús, algunos de ellos se fueron a Antioquía. Allí tuvieron mucho éxito en predicar las buenas noticias entre la gente de habla griega (Hch 11:19-21). Más adelante, el apóstol Pablo utilizó Antioquía como la base de sus viajes misioneros. Y “fue en Antioquía donde, por dirección divina, a los discípulos se les llamó cristianos por primera vez” (Hch 11:26). Esta Antioquía no debe confundirse con otra ciudad llamada Antioquía, ubicada en Pisidia (en Turquía central), mencionada en Hch 13:14; 14:19, 21 y 2Ti 3:11.